Mientras Cuba se desangra entre apagones, escasez de alimentos y represión política, el régimen vuelve a exhibir su desconexión total con la realidad al celebrar, con pompa y discursos ampulosos, la entrega de la réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez. Un símbolo que alguna vez representó lucha e independencia y que hoy no es más que una caricatura dorada del servilismo premiado.
Este año, los agraciados con el simbólico machete no sorprenden a nadie: entre ellos, "Humbrete" López, el presentador de la televisión estatal devenido inquisidor mediático. Famoso por sus campañas de difamación contra activistas y periodistas independientes, recibió la distinción con un discurso plagado de retórica militar, como si la propaganda que difunde desde su pantalla fuera una cruzada heroica y no el burdo aparato de desinformación al servicio del poder.
Le acompañan otras figuras de la obediencia garantizada como Annie Garcés, la cantante que saltó a la infamia por su frase “los 62 mil milenios” en defensa del castrismo. En lugar de hablar de los presos políticos, el hambre o los apagones, Garcés celebró en redes sociales su inclusión entre los premiados como una “bendición” y un “honor”. Todo muy bonito, mientras el país se desmorona.
También fueron distinguidos personajes como Yusuam Palacios, eterno repetidor de frases vacías sobre “patria” y Elier Ramírez, subdirector del Centro Fidel Castro, además de instituciones como el canal Tele Turquino y hasta La Colmenita de la PNR, una agrupación infantil dirigida por la Policía Nacional Revolucionaria.
Premiar a niños instrumentalizados por el régimen es una muestra más del uso político de todo espacio, incluso el artístico.
Este tipo de condecoraciones no son nuevas. Desde 1986, el Ministerio de las Fuerzas Armadas ha convertido este premio en una herramienta para celebrar la sumisión disfrazada de patriotismo. En 2021, en pleno estallido social del 11J, fue el turno del dúo Buena Fe, mientras cientos de jóvenes eran encarcelados por manifestarse pacíficamente.
En un país donde se reprime a artistas como Luis Manuel Otero Alcántara, se acosa a la prensa libre y se persigue el pensamiento independiente, este espectáculo de galardones no es más que una farsa grotesca. Los verdaderos héroes no reciben machetes, ni salen en televisión. Están en las colas, en los hospitales sin insumos, y en los aviones que los alejan de su tierra. Premiar a los tracatanes del año es un acto de cinismo en una república en ruinas.
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