La crisis energética que atraviesa Cuba ha alcanzado esta semana niveles alarmantes, con apagones generalizados que afectan a todo el país y una perspectiva sombría para los próximos días.
Según el parte oficial de la Unión Eléctrica (UNE), el déficit de generación previsto para este jueves asciende a 1,701 MW, una cifra que prácticamente marca un récord negativo.
Durante la jornada anterior, el servicio eléctrico fue interrumpido durante las 24 horas, con un pico de afectación de 1,742 MW registrado a las 8:20 p.m., justo en el horario de mayor demanda.
Este patrón se repite hoy, con una disponibilidad de apenas 1,506 MW frente a una demanda de 2,570 MW en horas de la mañana, lo que genera un déficit inmediato de 1,094 MW.
En estos momentos, rozando el mediodía, se esperan interrupciones en el orden de los 1,250 MW, y en la noche —cuando la demanda podría alcanzar los 3,400 MW—, el sistema solo dispondrá de 1,769 MW, lo que provocaría un déficit de 1,631 MW. En términos prácticos, esto significa que buena parte del país quedará nuevamente a oscuras durante las horas más críticas del día.
El colapso del Sistema Electroenergético Nacional (SEN) responde a una combinación de factores: múltiples averías, mantenimientos prolongados y una profunda crisis de combustible. Entre las unidades fuera de servicio destacan la Unidad 6 de la CTE Nuevitas y la Unidad 2 de la CTE Felton, mientras que otras están bajo mantenimiento en Santa Cruz, Cienfuegos y Renté. Además, 69 centrales de generación distribuida permanecen inactivas por falta de combustible, sumando 614 MW fuera de línea.
El panorama se agrava con limitaciones en la generación térmica (342 MW), motores afectados por falta de lubricantes (54 MW) y una producción solar que, aunque creciente, sigue siendo insuficiente: apenas se generaron 1,013 MWh desde los nuevos parques fotovoltaicos.
Mientras el gobierno insiste en promover la eficiencia energética y las energías renovables, la obsoleta infraestructura nacional continúa demostrando su fragilidad. Para millones de cubanos, la rutina del apagón se ha normalizado: cenas a oscuras, ventiladores apagados en noches calurosas y la incertidumbre de no saber cuándo volverá la luz.
En resumen, otro viernes en el cual se perfila como una noche más de velas, sudor e impotencia en una Isla que lucha, sin resultados visibles, por mantenerse encendida.
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