Un grupo de cubanos damnificados por el huracán Melissa protagonizó una protesta en el oriente del país, exigiendo atención y denunciando el abandono del gobierno en plena emergencia. Las imágenes, difundidas en redes sociales, muestran a varios vecinos rodeando a una funcionaria local mientras reclamaban ayuda entre gritos y gestos de desesperación.
Una mujer explicó que había llamado al Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM) para pedir una ambulancia para su padre, quien enfrentaba una emergencia médica, pero le respondieron que solo había un carro disponible y que no tenía petróleo. Finalmente, la vida del hombre fue salvada gracias a la solidaridad de los vecinos, que lo trasladaron por sus propios medios.
“El bloqueo es adentro. Todo es mentira, dejen de mentirnos”, gritaron los manifestantes, según testimonios recogidos en video.
Los vecinos también acusaron al chofer de la ambulancia de usar el vehículo para asuntos personales, una denuncia que refleja el profundo malestar de la población ante la ineficiencia y negligencia institucional.
Mientras los cubanos enfrentaban inundaciones, apagones y pérdidas materiales, el régimen castrista celebraba en la Asamblea General de la ONU lo que calificó como una “victoria diplomática”, luego de que una mayoría de países respaldara su resolución contra el embargo de Estados Unidos.
Sin embargo, la votación del 29 de octubre fue la más dividida en décadas, con casi 20 países absteniéndose o votando en contra. El resultado evidenció un creciente aislamiento internacional del gobierno cubano y una pérdida de consenso respecto a su narrativa del “bloqueo externo” como causa de la crisis.
Dentro de la Isla, los cubanos ya no aceptan el discurso oficialista que culpa a Washington de todos los males. “La gente no tiene comida, ni medicinas, ni electricidad. Eso no es culpa del embargo, es culpa del sistema”, escribió un residente de Bayamo en redes sociales.
Entretanto, la situación en el municipio de Río Cauto, provincia de Granma, sigue siendo crítica. El río Cauto se desbordó y el vertimiento de presas cercanas agravó las inundaciones, dejando comunidades enteras bajo el agua.
El caudal del río ha llegado a 4.000 metros cúbicos por segundo, obligando a evacuaciones de emergencia, aunque en muchos casos ya era demasiado tarde y numerosos hogares quedaron destruidos.
Las autoridades desplegaron una operación de rescate a contrarreloj con seis helicópteros, cuatro transportadores anfibios PTS y más de 150 efectivos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ministerio del Interior (Minint).
Sin embargo, los testimonios de los afectados apuntan a una respuesta tardía y descoordinada, que dejó a cientos de familias atrapadas entre el agua y la desesperanza.
En medio de la tragedia, las protestas espontáneas de los damnificados reflejan el hartazgo social y la pérdida de confianza en el gobierno, que continúa priorizando su propaganda internacional por encima del sufrimiento de su propio pueblo.