Durante décadas, el boxeo fue la nave insignia del deporte cubano. Íconos como Teófilo Stevenson, Ariel Hernández y Héctor Vinent convirtieron los cuadriláteros olímpicos en territorio de dominio para Cuba.
Con 42 títulos dorados, 19 medallas de plata y otras 19 de bronce, el boxeo ofreció algunas de las páginas más gloriosas de la historia deportiva nacional. Era habitual ver a varios cubanos en lo más alto del podio. Sin embargo, en los tiempos recientes, ese esplendor comenzó a desdibujarse.
En los últimos torneos internacionales, los resultados ya no corresponden con la tradición. En los pasados Juegos Olímpicos, solo un boxeador cubano logró coronarse, un dato que resume con crudeza el estado actual de este deporte en la Isla. Las causas son múltiples: limitaciones económicas, escasa participación en certámenes profesionales, éxodos de talentos y un contexto internacional que exige más adaptabilidad que nunca.
Erislandy Álvarez Borges, en la categoría de 63,5 kilogramos (peso ligero) fue el único monarca en París tras vencer 3-2 en emocionate combate al local Sofiane Oumiha, quien contaba con el respaldo del público local y un destacado palmarés que incluía una medalla de plata en Río 2016 y tres títulos mundiales.
La afiliación de la Federación Cubana de Boxeo (FCB) a World Boxing, organización reconocida provisionalmente por el Comité Olímpico Internacional (COI), es un paso crucial para que el boxeo siga formando parte del programa olímpico lo que va más allá de una simple formalidad administrativa; es un movimiento estratégico para asegurar la continuidad de Cuba en la cita bajo los Cinco Aros.
La decisión también invita a una reflexión más profunda: es momento de asumir con madurez y visión el vínculo entre el boxeo cubano y el profesionalismo. A diferencia de otros tiempos, hoy el profesionalismo ya no es visto como una traición a la patria o al sistema, sino como una vía de crecimiento y perfeccionamiento.
El boxeador cubano necesita roce internacional, circuitos exigentes y estímulos económicos que eviten el éxodo de talentos.nVincularse con el profesionalismo marcará sin dudas la diferencia entre mantenerse en la élite o caer en la irrelevancia. El reto es grande, pero la historia demuestra que el boxeo cubano sabe reinventarse. Este es el momento de volver a pelear por el oro, dentro y fuera del ring.
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