Un migrante cubano identificado como Adrián Rodríguez, de 27 años, pidió apoyo urgente a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, luego de que una infección provocada por el gusano barrenador lo dejara imposibilitado para continuar su trayecto en la caravana migrante que salió de Tapachula hace diez días.
Rodríguez, quien padece una grave herida en la pierna derecha debido a la miasis —una enfermedad causada por larvas de mosca que se alimentan del tejido humano—, imploró a las autoridades mexicanas que le concedan un permiso humanitario para viajar a Ciudad de México y recibir atención médica adecuada.
El joven padre de dos niños pequeños abandonó su natal Artemisa, en Cuba, en busca de un futuro más estable. Llegó a México el 28 de julio con la esperanza de obtener refugio legal, pero su situación se complicó cuando, tras meses de espera, nunca recibió respuesta a su solicitud de cita con la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). Sin empleo estable y sin ingresos suficientes, decidió unirse a la caravana con la ilusión de llegar a la capital mexicana.
Durante la caminata, comenzó a notar una pequeña lesión en la pierna, que pronto se transformó en una herida abierta. “Pensé que era un nacido, pero con el tiempo se me hinchó más. Cuando un amigo me revisó, me dijo que tenía gusanos dentro”, relató Adrián. A falta de atención médica, uno de sus compañeros le ayudó a extraer parte de las larvas con una espina de limón. Sin embargo, la infección avanzó rápidamente y el joven terminó desmayándose por el dolor y la deshidratación antes de llegar al municipio donde actualmente descansa el grupo.
Aunque personal sanitario local le ha brindado curaciones básicas, su estado físico no le permite continuar caminando. Por ello, ha hecho un llamado público a Sheinbaum para que intervenga y le facilite un traslado a un centro de salud o a la capital mexicana.
La caravana migrante, que al inicio contaba con más de un millar de personas provenientes de Cuba, Haití, Venezuela, Brasil, Colombia, Perú, Ecuador y varios países centroamericanos, se ha reducido a menos de la mitad tras diez días de camino. Muchos han abandonado la marcha por enfermedades, detenciones o por aceptar ofertas del Instituto Nacional de Migración (INM) para regresar a Tapachula y tramitar un permiso temporal.
Entre los que continúan, las condiciones son cada vez más críticas: hay niños con fiebre, adultos con heridas en los pies y varios casos de deshidratación y afecciones respiratorias. Las imágenes de los migrantes descansando en parques o durmiendo al aire libre se multiplican en redes sociales, reflejando el desgaste físico y emocional de una travesía marcada por la precariedad.
“Solo quiero curarme y poder trabajar para enviarle dinero a mis hijos”, dijo Adrián con la voz quebrada. Su caso simboliza el drama silencioso de cientos de migrantes varados en el sur de México, que avanzan entre el cansancio, la incertidumbre y la esperanza de una respuesta humanitaria.
(Con información de El Universal)
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