Yulieski “Yuli” Gurriel, uno de los peloteros cubanos más destacados y emblemáticos, enfrenta desde hace varios años una profunda contradicción emocional.
Tras alcanzar un éxito rotundo en las Grandes Ligas de béisbol (MLB) desde su debut en 2016, Gurriel ha visto truncada su relación con Cuba debido a decisiones políticas que le impiden regresar a su país natal.
Desde su salida del equipo nacional, Gurriel ha cumplido con todos los tiempos establecidos para poder regresar a Cuba, sin embargo, las autoridades migratorias cubanas mantienen un veto que le niega la posibilidad de pisar nuevamente su tierra.
Este veto no solo ha afectado su vínculo con la isla, sino también ha provocado un profundo dolor en su vida personal y familiar.
En varias ocasiones, Gurriel ha expresado su frustración y tristeza ante esta situación. “No puede ser que yo sea el más traidor del mundo… ¿cómo me puedes tildar de traidor a mí?”, declaró, evidenciando el peso emocional que carga por esta prohibición.
A lo largo de más de una década, Yulieski Gurriel defendió con orgullo la camiseta nacional de Cuba en competencias internacionales como Juegos Olímpicos y Clásicos Mundiales, ganándose el respeto y la admiración de una generación entera. Pese a los logros alcanzados en la MLB, incluyendo títulos y reconocimientos con los Houston Astros, su mayor deseo sigue siendo regresar a su país, caminar por las calles de su ciudad natal, y reunirse con su familia y seguidores.
“Quiero ir a Cuba. Quiero estar con mi gente, con mi familia.
Es mi país, mi casa. No he hecho nada malo, solo perseguí un sueño profesional como cualquier otro deportista en el mundo”, ha expresado Gurriel con esperanza intacta.
A diferencia de otros peloteros cubanos que también hicieron carrera en la MLB y lograron regresar a la isla, Gurriel continúa vetado, sin que existan explicaciones oficiales por parte del gobierno cubano ni pronunciamientos públicos del presidente Miguel Díaz-Canel.
La situación de Yulieski Gurriel es vista como un ejemplo más de las restricciones que impone el régimen a los atletas que deciden buscar oportunidades fuera de la isla.
Organizaciones y activistas han señalado que la prohibición a Gurriel refleja un control político sobre las figuras públicas y una manera de castigar a quienes rompen con las reglas impuestas por el Estado.
Por su parte, ha sido cauteloso en sus declaraciones públicas para evitar represalias, pero en entrevistas recientes ha expresado su deseo de reconciliarse con su país "quiero ir a Cuba", dijo en reciente declaración a "Cubanos Trending" y luego argumentó la frustración que siente por el distanciamiento forzado.
Este silencio oficial añade una capa de dolor a la historia de un atleta que anhela profundamente el reencuentro con su patria.
La historia de Yulieski Gurriel trasciende el deporte y se convierte en el relato de un hombre y un hijo que busca volver a casa, manteniendo intacto su amor por Cuba a pesar de las adversidades.
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