La crisis energética que atraviesa Cuba ha alcanzado niveles críticos en Santiago de Cuba, donde varias plantas eléctricas de emergencia en hospitales han colapsado por el uso excesivo. La situación, descrita por algunos como de “guerra”, pone en riesgo la vida de pacientes y agrava aún más la desesperación de una población ya castigada por apagones de más de 12 horas diarias.
Según declaraciones de funcionarios locales, los hospitales han estado funcionando con grupos electrógenos que fueron diseñados únicamente para emergencias puntuales, pero que hoy están forzados a operar durante largas jornadas debido a los cortes constantes del Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Muchos de estos generadores ya no dan abasto y están fallando, afectando no solo servicios médicos sino también comunicaciones, producción de alimentos en panaderías y otras infraestructuras críticas.
El último parte energético da una idea de la magnitud del problema: la afectación máxima reportada alcanzó los 2.010 MW, con varias unidades termoeléctricas fuera de servicio, entre ellas las plantas Carlos Manuel de Céspedes y Renté. El sistema apenas dispone de 1.680 MW frente a una demanda de 3.050 MW, lo que anticipa un déficit de 1.788 MW en el horario pico del 6 de agosto.
Las causas son múltiples: desde averías imprevistas en unidades clave como la 6 de la CTE Mariel o la 3 y 6 de Renté, hasta falta de combustible, y el deterioro generalizado de las infraestructuras eléctricas, muchas de las cuales requieren una renovación urgente.
Mientras el gobierno insiste en que nuevos parques solares fotovoltaicos podrían aliviar la carga, la población no percibe ninguna mejoría tangible. En zonas como Tunas y Puerto Padre, los cortes se extienden por más de medio día, provocando un sentimiento de abandono y creciente tensión social. “Esto ya no es vida”, expresó Guille CF, vecino afectado. “Los niños, los mayores... no hay quien aguante este calor sin corriente”, comentó, visiblemente molesto.
Las promesas de un verano “mejor” en 2025 han quedado en el aire. El descontento crece a medida que la situación se agrava. Niurka Pérez, otra residente, lo resume así: “Nos dijeron que iban a mejorar, que habría más electricidad. Pero todo sigue igual. El pueblo no puede más”.
Expertos advierten que sin inversión urgente en la modernización del sistema termoeléctrico, así como en fuentes renovables bien planificadas y una red más eficiente, el colapso no solo será energético, sino también social y sanitario.
Santiago de Cuba arde, y con ella, la paciencia de un pueblo que clama por soluciones reales.
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