Un hombre fue detenido recientemente en el municipio San Miguel del Padrón, en La Habana, tras descubrirse que almacenaba 30 sacos de arroz en su vivienda, según reportes del perfil oficialista El Cubano Fiel, conocido por divulgar operativos policiales desde una óptica alineada al régimen cubano.
El hallazgo fue posible gracias a una denuncia vecinal, lo que activó a la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), que realizó un registro en la casa del implicado, ubicada en el barrio de Luyanó Moderno. Según la publicación, los agentes encontraron parte del arroz dentro de la vivienda y otra cantidad escondida entre un platanal en el patio. Al ser interrogado, el hombre no pudo justificar la procedencia del grano, por lo que fue arrestado en el acto junto con la mercancía.
Desde el punto de vista oficialista, el suceso ha sido presentado como un éxito del control policial sobre el "tráfico ilegal de alimentos", en un país donde el hambre y la escasez son parte de la vida cotidiana. Sin embargo, este tipo de hechos pone en evidencia una realidad más profunda y trágica: el colapso del sistema de distribución de alimentos en Cuba.
En lugar de enfocarse en las causas que empujan a los ciudadanos a acaparar o revender alimentos —como la insuficiencia de la canasta básica, los altos precios en el mercado negro y la dolarización parcial del comercio— el gobierno responde con criminalización y castigos ejemplarizantes.
Durante los últimos años, se ha hecho común ver este tipo de noticias en medios oficialistas o perfiles como El Cubano Fiel, donde se presenta al detenido como un "malhechor" sin considerar el contexto en el que vive la población: una economía devastada, sin oportunidades laborales reales, con apagones constantes, inflación desbordada y un sistema de racionamiento que no cubre las necesidades básicas de los hogares.
La represión de estas prácticas no resolverá la crisis. Solo expone la desconexión entre la élite gobernante y la realidad de su pueblo. Mientras las autoridades siguen enfocadas en castigar síntomas, el problema de fondo —el hambre— continúa creciendo.
Este nuevo caso en San Miguel del Padrón no es una victoria del orden público, sino una señal más de una sociedad que se derrumba bajo el peso de su propia escasez.
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