El dolor de perder a una madre es difícil de soportar. Pero en el caso de Panter Rodríguez Baró, preso político cubano condenado a 15 años por su vínculo con el grupo Clandestinos, ese dolor se multiplica: el régimen le negó la posibilidad de despedirse de su madre, Esther Baró Carrillo, fallecida este lunes en La Habana por un paro respiratorio agravado por una neumonía.
A pesar de que la legislación cubana contempla que los reclusos puedan asistir al funeral de familiares cercanos, la Dirección Nacional de Prisiones rechazó el traslado, argumentando con frialdad que el preso debía “conformarse con una llamada”, según reportó CubaNet.
Esther será sepultada este miércoles por la mañana, en cuanto llegue su nieta desde España, según confirmaron fuentes familiares al mismo medio. Mientras tanto, Panter sigue recluido en la prisión de Boniato, en Santiago de Cuba, a más de 860 kilómetros de su familia, lejos de cualquier posibilidad de un último adiós.
El castigo del traslado a esa prisión más distante fue, según denuncias previas, una represalia por su postura ideológica firme y crítica hacia el gobierno. Desde su arresto en 2021, su caso ha sido símbolo de los abusos del sistema judicial cubano: juicios sin garantías, golpizas, registros ilegales y acusaciones fabricadas.
La noticia ha provocado una ola de indignación, en especial entre los que conocen de cerca el caso. El rapero Aldo "El Aldeano", amigo íntimo de Panter, expresó su pesar en redes sociales, compartiendo una emotiva canción en su honor:
“Dedicado a aquellos que, en cautiverio, se enteraron que mamá se fue... Te hice esta canción por si un día la escuchas, te consueles”.
A través de Instagram, Aldo también denunció que la madre de Panter había sido presionada por la Seguridad del Estado para guardar silencio, con la promesa de una reducción de condena que nunca se cumplió. “¿Por qué con algunos la dictadura es tan severa y con otros tan espléndida?”, cuestionó el artista, señalando la doble moral del sistema represivo cubano.
El caso de Panter Rodríguez Baró vuelve a dejar al descubierto la crueldad del régimen, que no solo castiga a quienes se atreven a disentir, sino que también extiende el castigo a sus familias, incluso en los momentos más duros y humanos, como la pérdida de una madre.
Un acto más de represión que confirma, una vez más, que en Cuba la justicia y la compasión son privilegios selectivos.
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