El discurso de Randy Alonso Falcón —director del programa Mesa Redonda y del portal Cubadebate— de que su labor responde a un “periodismo comprometido con el pueblo cubano” no oculta la realidad de que ese compromiso está atado a las directrices del régimen.
Su función no es, de hecho, cuestionar al poder ni abrir espacios para la verdad: es repetir los libretos oficiales, difundir la versión de la dictadura y fabricar consenso.
Mientras los periodistas independientes en Cuba son encarcelados, acosados o exiliados, Alonso Falcón se presenta como “vocero del pueblo”. Pero ¿qué pueblo representa cuando las voces disidentes están silenciadas, y el acceso a la información independiente está bloqueado?
Los cubanos han salido al paso de sus declaraciones afirmando que lo verdaderamente humillante es vivir con salarios que no alcanzan, sin medicinas, con niños sin leche y sin posibilidad de protestar.
Este modelo de “periodismo revolucionario” no actúa en solitario. También cabe analizar la participación de otros nombres como Jorge Legañoa Alonso, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) o Lázaro Manuel Alonso Castro, periodista del Sistema Informativo integrado al aparato mediático oficialista. Su presencia refuerza el sistema de prensa monolítica del régimen, donde la pluralidad y la independencia han sido sustituidas por la adhesión al discurso único.
Este sistema mediático cumple varias funciones: legitimar el poder, desacreditar a los que disienten, transformar la crítica en “contrarrevolución” y manipular la agenda informativa para que el pueblo reciba únicamente lo permitido. En ese contexto, el “periodismo comprometido” del cual habla Alonso Falcón no es un periodismo al servicio de la verdad, sino al servicio del Partido, del Estado y de una ideología hegemónica.
Los que desean informar verdadera y libremente, ya no cuentan con facultades para hacerlo dentro de Cuba. Los “periodistas” del sistema operan dentro de una caja de resonancia oficial, sin margen para indagar, denunciar o cuestionar. Es por ello que resulta hipócrita que se alardeé de compromiso con el pueblo cuando en los hechos se activa el mecanismo de silencio, de represión informativa y de obsolescencia del debate público.
Si el periodismo verdadero está del lado de la libertad, de la verdad y de la rendición de cuentas, entonces lo que define la prensa oficialista cubana es lo opuesto. Y figuras como Randy Alonso Falcón, Jorge Legañoa Alonso, Lázaro Manuel Alonso Castro y otros, constituyen los engranajes de ese aparato que dice servir al pueblo cuando, en realidad, lo silencia.
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