La noticia ha estallado como una bomba en La Habana. Alejandro Gil Fernández, exministro de Economía y hasta hace poco uno de los hombres de máxima confianza del régimen, enfrenta una solicitud fiscal de 30 años de prisión, información trascendida del portal Cántalo TV.
Los cargos —espionaje, malversación, lavado de activos, tráfico de influencias y falsificación de documentos públicos— lo colocan en el centro de lo que muchos ya llaman “la purga del siglo” dentro del poder cubano.
Según reportes de medios independientes, al menos 17 funcionarios, entre ellos un diputado del Parlamento y un secretario del Partido Comunista, también son procesados, con peticiones de penas superiores a los 15 años.
Sin embargo, el juicio se lleva a cabo a puertas cerradas, bajo el argumento de que los cargos incluyen espionaje, lo que impide la presencia de periodistas y observadores internacionales. La familia de Gil ha exigido que el proceso sea público y televisado, denunciando la falta de transparencia y temiendo por su seguridad.
La reacción popular no se ha hecho esperar. En redes sociales, miles de cubanos comparan el caso con la “Causa No. 1 del General Ochoa”, aquel emblemático proceso de 1989 que terminó con fusilamientos y purgas políticas. Muchos creen que el gobierno intenta fabricar un chivo expiatorio para desviar la atención de la crisis económica y social más grave en las últimas décadas, marcada por el colapso del sistema eléctrico, la escasez de alimentos y la inflación descontrolada.
Los comentarios se multiplican y reflejan la indignación: “Cuando los familiares piden juicio televisado es porque hay muchos peces gordos detrás de todo esto.” — Maritza Infante; “No entiendo por qué no publican todos los nombres, con Ochoa lo hicieron. Ahora tienen miedo.” — Teresa Fernández.
“Eso es chiste, porque él no actuaba solo. Hay millones de por medio y todos lo sabían.” — Mileidis López... “Y de pronto un día dirán que murió de una extraña enfermedad. Así limpian su historia.” — Leyder Pérez
“Roma paga a los traidores pero los detesta, así van a caer todos.” — Alexis Rosquet; “Si el juicio fuera público, se acabaría el teatro. Saldrían a la luz los verdaderos culpables.” — Taimir Alain Morales
“En Cuba no hay justicia, hay conveniencia. El pueblo está cansado de tanto teatro político.” — Liany López Gómez
La opacidad del proceso, sumada al silencio absoluto de los medios oficiales, ha encendido las alarmas dentro y fuera de la Isla. Algunos analistas consideran que si este juicio se hiciera público, saldrían a la luz nombres mucho más poderosos, incluso del círculo de Díaz-Canel.
Es por ello que el pueblo cubano asiste con escepticismo y resignación a otro capítulo de la larga historia de traiciones internas, corrupción y poder absoluto. Como dice un comentario que se ha hecho viral: “En Cuba todo cambia para que nada cambie.”
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