“En el mar, la vida es más sabrosa…” dice aquella canción popular que evoca alegría, frescura y libertad. Pero en Cuba parece que el estribillo se ha transformado en una versión mucho más terrenal —y desigual—: “Desde la presidencia, la vida es más sabrosa.”
"Desde la Presidencia" le llaman a las transmisiones oficiales que el Gobierno realiza bajo ese título, una especie de vitrina cuidadosamente producida para mostrar a los principales dirigentes del país en escenarios donde no falta el confort, la amplitud de los espacios,el lujo y el aire acondicionado funcionando a plenitud. En esas imágenes todo destila calma, orden y bienestar, una atmósfera que contrasta radicalmente con la cotidianidad de millones de cubanos que enfrentan colas interminables, apagones, transporte colapsado y una economía que no da tregua. Ya el nombre, de por sí, implca distancia entre los que imponen y demandan sacrificios continuos y el pueblo.
Resulta paradójico —y hasta cínico— que quienes desde esos sillones mullidos llaman constantemente al sacrificio, a la resistencia y al “espíritu de lucha del pueblo”, lo hagan desde un entorno que poco tiene que ver con el sacrificio. Mientras el ciudadano común hace malabares para conseguir un litro de aceite o un pedazo de pollo, los dirigentes que predican la austeridad se muestran rodeados de todo lo que el cubano promedio no puede ni soñar.
El programa, más que un espacio informativo, es un símbolo del divorcio entre el discurso oficial y la realidad nacional. “Desde la Presidencia” no solo comunica decisiones: exhibe poder, distancia y privilegio. Es como si el Gobierno buscara recordar que, mientras el país se hunde en la crisis, hay un lugar donde la vida sigue siendo cómoda, organizada y sabrosa… pero solo para unos pocos. No importa el tema que sea. Y en cada espacio habrá momento para culpar al bloqueo.
En la canción original, el mar representa un escape, una sensación de libertad frente a la rutina. En Cuba, sin embargo, “la presidencia” se ha convertido en el mar exclusivo de los que gobiernan, un refugio de privilegios y sonrisas de cartón desde donde se habla de sacrificio sin conocerlo.
Por eso, al ritmo de la ironía, podría decirse que sí, desde la presidencia, la vida es más sabrosa… pero solo para quienes no tienen que hacer cola ni esperar a que llegue la corriente.
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