El Caribe vuelve a ser escenario de tensión y muerte. Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos atacaron otra embarcación en aguas internacionales, con saldo de tres fallecidos. Según el secretario de Defensa Pete Hegseth, la operación fue ordenada directamente por el presidente Donald Trump como parte de lo que su gobierno denomina “una guerra contra los cárteles del narcotráfico”.
El ataque, realizado con drones y embarcaciones rápidas, se suma a una serie de operaciones que ya han destruido 18 barcos y causado la muerte de al menos 70 personas desde septiembre. Sin embargo, la administración Trump no ha mostrado pruebas públicas que confirmen que las embarcaciones transportaban drogas o estaban ligadas a organizaciones criminales.
El nuevo enfoque militar ha desatado una tormenta política en Washington. Trump notificó al Congreso que Estados Unidos se encuentra oficialmente en “conflicto armado” contra los cárteles, lo que le otorga, según su interpretación, la autoridad de realizar ataques letales sin intervención judicial.
Los fallecidos son catalogados como “combatientes ilegales”, un término que recuerda a las justificaciones empleadas durante la llamada guerra contra el terrorismo.
Organizaciones de derechos humanos y varios congresistas demócratas han denunciado que esta política podría estar violando el derecho internacional y poniendo en riesgo vidas inocentes en una región históricamente afectada por la violencia y el tráfico de drogas.
El Pentágono insiste en que ningún militar estadounidense ha resultado herido y que las operaciones buscan frenar el flujo de narcóticos hacia el país. Pero críticos aseguran que, más allá del discurso antidrogas, Trump está utilizando la fuerza militar para proyectar poder y ganar terreno político con miras a las elecciones de 2026.
Mientras tanto, las aguas del Caribe —que durante años fueron rutas comerciales y turísticas— se están convirtiendo en un nuevo campo de batalla. Los gobiernos de la región, preocupados por la escalada, piden transparencia y respeto al derecho internacional. Sin embargo, Washington parece decidido a continuar con su ofensiva, sin rendir cuentas ni mostrar evidencias.
Una cosa es segura: cada misil que cae en el mar deja una sombra más profunda sobre la legalidad y moralidad de esta “guerra” que amenaza con extender el caos más allá de las costas del Caribe.
Fuente: The Mirror US
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