La devastación provocada por el huracán Melissa en el oriente de Cuba no solo se refleja en viviendas destruidas y cosechas arrasadas. En la provincia de Granma, las autoridades han confirmado un aumento de los delitos contra la propiedad, en un contexto de precariedad y desamparo generalizado.
Durante una videoconferencia del Consejo de Defensa Nacional, transmitida en el programa oficial Desde la Presidencia, la funcionaria Ortiz informó que se registraron cinco robos con fuerza en distintos municipios, cometidos por personas que aprovecharon el caos posterior al ciclón y la vulnerabilidad de los damnificados.
“Vamos a ser implacables con todo. El que, aprovechándose de una situación tan difícil, incurra en un delito de esta naturaleza o de cualquier otra, será sancionado con rigor”, advirtió Ortiz ante la presencia del mandatario Miguel Díaz-Canel, quien encabezó la reunión desde La Habana.
El anuncio llega en un momento crítico para Granma, donde las pérdidas materiales son enormes y la desesperación aumenta por la escasez de alimentos, agua potable y electricidad. Los robos y saqueos no solo profundizan el clima de tensión, sino que también evidencian el deterioro del orden social en una de las provincias más afectadas por el huracán.
Este viernes, la página oficialista Héroes del Moncada informó que dos hombres fueron arrestados en Santiago de Cuba, en el Distrito José Martí, tras ser sorprendidos cometiendo actos de saqueo en medio del caos dejado por el ciclón.
Paradójicamente, días antes del impacto de Melissa, la misma Ortiz había reconocido la falta de preparación de varios municipios orientales ante la inminente llegada del huracán, lo que ahora agrava la sensación de abandono e impotencia entre los afectados.
Según cifras oficiales, más de 45,000 viviendas resultaron dañadas —la mayoría con pérdidas en los techos— y unas 14,000 personas permanecen evacuadas en instalaciones estatales. Además, 1,500 escuelas sufrieron afectaciones y más de 78,000 hectáreas de cultivos, principalmente de plátano, fueron destruidas.
Aunque el gobierno asegura que “se avanza en el restablecimiento del servicio eléctrico y el abasto de agua”, los vecinos denuncian una ayuda lenta, cortes prolongados y escasez total de recursos.
El paso del huracán Melissa no solo dejó un paisaje de ruinas, sino también una crisis social profunda, donde el hambre, el miedo y la desconfianza comienzan a erosionar la frágil convivencia en comunidades devastadas que hoy se debaten entre la esperanza y la supervivencia.