En un acto de absoluta vileza, varios delincuentes fueron detenidos en Santiago de Cuba tras ser descubiertos estafando a jubilados indefensos, en su mayoría personas de la tercera edad que acudían a cobrar sus pensiones en áreas cercanas a bancos y cajeros automáticos del Distrito José Martí.
La denuncia fue realizada por Dayami, nieta de Marcelino Rodríguez, uno de los ancianos afectados. En un mensaje difundido en redes sociales por el perfil oficialista cercano a la policía "Héroes del Moncada" agradeció la rápida acción de las autoridades luego de que su abuelo fuera víctima de un engaño en la zona conocida como La Comercial, donde dos individuos le sustrajeron el dinero que acababa de retirar.
Según su testimonio, los estafadores operaban ofreciendo supuestos "favores" a personas mayores, como ayudarles a extraer efectivo o gestionar transferencias, cobrando a cambio comisiones abusivas del 20% o más. En otros casos, simplemente se aprovechaban del descuido o vulnerabilidad de los ancianos para robarles el dinero al momento de salir del banco.
Una vez recibida la denuncia, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) desplegó un operativo en la zona del Distrito José Martí y en las cercanías de la conocida Barca de Oro. En pocas horas fueron detenidos no solo los implicados en la estafa a Marcelino, sino también otros individuos que, según reportes vecinales, llevaban tiempo aplicando el mismo esquema con distintos jubilados y personas necesitadas.
Estos delincuentes no solo cobraban comisiones ilegales por operaciones de extracción de efectivo, sino que además controlaban de forma informal el acceso a dinero físico, acaparando fondos y condicionando el servicio, lo que agrava aún más la difícil situación económica que enfrenta la población cubana, especialmente sus sectores más vulnerables.
Vecinos de la zona expresaron su indignación ante este tipo de prácticas, que calificaron de “crueles y miserables”, pues se ceban con quienes menos recursos tienen y cuya única fuente de ingresos es una pensión ya de por sí insuficiente para subsistir. “Es como robarle a un hambriento el poco pan que tiene en la mano”, expresó un residente del barrio.
Los adultos mayores en Cuba enfrentan una realidad particularmente difícil: jubilaciones mínimas, precios desorbitados en el mercado y una creciente dependencia de ayudas familiares o remesas. Por eso, el impacto de ser víctimas de estafas no es solo económico, sino también emocional, al sentirse desprotegidos en un sistema que no siempre logra resguardar sus derechos.
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