Más casos de desapariciones estremecen a Cuba mientras familias buscan sin apoyo ni respuestas. Esta ves es la joven guantanamera Yadelvis Blanco Romero el caso que está generando profunda angustia en su familia y una ola de reacciones en redes sociales.
Con apenas 23 años y madre de dos niños pequeños, Yadelvis se encontraba en La Habana cuando se comunicó por última vez con sus allegados cerca de la 1:00 a.m. del jueves pasado. Desde entonces, su celular permanece apagado y no se ha vuelto a saber de ella.
La madre de Yadelvis, quien reside en Guantánamo y cuida actualmente a los dos hijos de la joven, enfrenta horas de incertidumbre, ansiedad y desesperación. En publicaciones compartidas desde la página de Facebook “La Tijera”, familiares y ciudadanos han pedido colaboración ciudadana para localizarla, mientras que muchos expresan indignación por el creciente número de mujeres desaparecidas en la Isla.
“Cada día aparece alguien más perdido, y nadie da respuestas. Dios permita que esta madre no tenga que llorar a su hija”, escribió una internauta, mostrando una mezcla de tristeza, resignación y protesta.
El caso de Yadelvis Blanco ha encendido una vez más las alarmas sobre la vulnerabilidad de muchas jóvenes que, como ella, se trasladan desde provincias del oriente cubano hacia La Habana en busca de nuevas oportunidades. Algunas voces en redes advierten sobre el alto riesgo que enfrentan estas mujeres en una capital saturada por la delincuencia, la falta de empleo formal y la escasa protección institucional.
Sin embargo, esta desaparición no es un caso aislado. Solo unos meses antes, en marzo, se reportó la desaparición de Doraiky Águila Vázquez, una mujer de 48 años con episodios de pérdida de memoria transitoria. Doraiky fue vista por última vez en la barriada de Lawton, también en La Habana, durante un apagón generalizado que afectó buena parte del país. Salió de su casa esa madrugada y jamás regresó.
Su madre, Maura Vázquez, una enfermera retirada, lanzó entonces un conmovedor llamado: “Soy enfermera y confío en mis colegas. Si alguien la ha visto, si alguien la ha ayudado, que nos diga. No podemos más.”
Al momento de su desaparición, Doraiky vestía un vestido amarillo con flores y sandalias negras. No llevaba documentos, lo que ha dificultado aún más su identificación. En este caso, como en muchos otros, la familia ha tenido que recurrir a la solidaridad ciudadana porque en Cuba no existe un sistema oficial de alerta para personas desaparecidas.
“La falta de un protocolo nacional, la ausencia de bases de datos y el silencio de los medios estatales hacen que cada desaparición sea una lucha solitaria, llevada por madres, hermanas o hijos que no saben dónde más acudir.”
Yadelvis, Doraiky y muchas otras mujeres siguen desaparecidas. Sus familias siguen esperando respuestas que no llegan, mientras el pueblo cubano se pregunta: ¿quién protege a nuestras hijas?
“El silencio que duele: Cuba entre la fe, la verdad y la traición” Padre Alberto Reyes
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