Al menos seis migrantes fueron hospitalizados debido a las condiciones inhumanas en el centro de detención “Alligator Alcatraz”, un recinto improvisado en medio del humedal de los Everglades en Florida.
Según denunció la organización Florida Immigrant Coalition (FLIC), más de mil personas se encuentran recluidas en este lugar, inaugurado el 1 de julio por el presidente Donald Trump y el gobernador Ron DeSantis. La instalación está ubicada sobre una pista aérea abandonada, rodeada de caimanes y pitones, en un entorno hostil tanto ambiental como sanitario.
Tessa Petit, directora ejecutiva de la FLIC, calificó el centro como una “atrocidad moralmente repugnante”, asemejándolo a un campo de concentración. De acuerdo con su declaración a Telemundo 51, los migrantes detenidos viven expuestos al calor extremo, sin acceso suficiente a agua potable, en condiciones de hacinamiento, y rodeados de aguas negras.
“Los baños están colapsados y hay excremento en el suelo; esto no es detención, es tortura”, añadió un portavoz de Dream Defenders, Fresco Steez.
"Alligator Alcatraz" se ha convertido en el símbolo de una política migratoria que, según activistas, viola sistemáticamente los derechos humanos. Las organizaciones han exigido el cierre inmediato del centro, dirigiendo un llamado urgente a la alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine-Cava. Hasta el momento, no se ha emitido respuesta oficial.
El gobernador DeSantis rechazó las denuncias, alegando que los migrantes reciben trato “digno” y que incluso se les ofrece la posibilidad de autodeportarse “con todos los gastos pagados”. Sin embargo, los testimonios de los detenidos contradicen radicalmente esa afirmación.
Uno de esos testimonios es el del migrante cubano Jesús Martínez, detenido por ICE el pasado 9 de julio durante una cita programada. Martínez relató a Telemundo 51 que fue llevado a Alligator Alcatraz pese a vivir en EE.UU. desde 1997. Denunció baños colapsados, comida en mal estado y maltrato generalizado. “Nos tratan como si no fuéramos humanos”, dijo.
La gravedad de las condiciones ha provocado enfermedades gastrointestinales y respiratorias, según fuentes médicas locales. La falta de atención sanitaria, la comida en mal estado y la exposición a condiciones insalubres son elementos reiterados en todas las denuncias.
"Este centro no es un lugar de detención temporal, es un campo de sufrimiento institucionalizado", concluyó la FLIC, que sigue documentando casos y preparando una demanda federal por violaciones a derechos humanos.
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