En pleno siglo XXI, Santiago de Cuba enfrenta una realidad que contradice los discursos oficiales sobre la “potencia médica” de la ciudad. Pacientes y familiares se ven obligados a dormir en el suelo frío y sucio del hospital provincial, mientras esperan por una cama que muchas veces nunca llega.
Historias desgarradoras se repiten a diario. Personas convalecientes, enfermos graves y familiares agotados permanecen horas, e incluso días, en los pasillos del hospital. Algunos esperan noticias de sus seres queridos, otros simplemente buscan un espacio donde recostarse, mientras los médicos y enfermeras hacen lo que pueden con recursos mínimos. El suelo se convierte en improvisada cama, y los pasillos en salas de espera eternas.
La situación evidencia un colapso estructural: falta de planificación, escasez de insumos médicos y déficit de personal. Cada ingreso se transforma en una odisea y el tiempo que debería ser de recuperación se convierte en una lucha por sobrevivir a la espera.
Los enfermos son tratados como meros números y la población siente que sus derechos más básicos son ignorados.
Lo alarmante es que las autoridades de Salud Pública de Santiago de Cuba permanecen calladas. Ninguna solución concreta ha sido anunciada y los discursos oficiales continúan resaltando logros que el pueblo nunca percibe.
Esta falta de respuesta ha obligado a los pacientes y familiares a organizarse por su cuenta, llevando mantas, colchones improvisados e incluso turnándose para cuidar a los enfermos mientras esperan atención.
No es el primer caso ni será el último. Similar situación se ha reportado en hospitales de Holguín, Guantánamo y La Habana, donde largas filas, pasillos abarrotados y pacientes en el suelo se han convertido en la norma. Cada historia refleja un sistema sanitario saturado y una ciudadanía que paga las consecuencias del abandono institucional.
Mientras tanto, en redes sociales, ciudadanos denuncian estas condiciones, compartiendo fotos y videos que muestran la cruda realidad: adultos mayores durmiendo en el piso, niños acompañados por familiares exhaustos y pacientes graves sin el mínimo confort.
La denuncia crece, pero la respuesta oficial sigue siendo insuficiente, dejando claro que, para muchos, la espera por una cama en Santiago de Cuba es más que un trámite médico: es una lucha por dignidad y vida.
Fuente: Yosmany Mayeta
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