Esta semana, damnificados por el devastador huracán Oscar en Guantánamo recibieron 23 contenedores reciclados como viviendas en la comunidad de Buena Vista, municipio San Antonio del Sur.
Según las autoridades, esta es la primera etapa de un plan que contempla instalar hasta 60 módulos en la provincia, destinados a quienes perdieron sus hogares por completo tras el paso del ciclón en octubre del pasado año.
Los contenedores, que antes formaban parte de un parque fotovoltaico, fueron transformados por empresas estatales y direcciones de vivienda en estructuras con baño, cocina, sala y dos habitaciones. Funcionarios aseguran que esta es una solución temporal mientras se construyen nuevas casas y que las superficies metálicas han sido protegidas contra la corrosión con capas de pintura.
Sin embargo, la medida ha generado una ola de críticas y dudas sobre la verdadera habitabilidad de estos espacios. Los vecinos señalan que, bajo el clima extremo de Oriente, con temperaturas que superan fácilmente los 30 y 35 grados, estos contenedores funcionan como hornos metálicos imposibles de habitar. “Nos vamos a asar ahí dentro”, expresó uno de los beneficiarios en declaraciones recogidas por la página de Facebook La Tijera.
En otros países, el uso de contenedores como viviendas móviles ha demostrado ser eficiente, pero generalmente incluyen aislamiento térmico, sistemas eléctricos estables y detalles de confort como terrazas o puertas de cristal corredizas. En contraste, los entregados en Guantánamo carecen de estas condiciones, lo que convierte la experiencia de vivir en ellos en un riesgo para la salud, especialmente en el caso de niños y ancianos.
Los comentarios en redes sociales reflejan la indignación popular: “El que toque una pared durante el día, ahí mismo queda el pellejo hecho chicharrón”, dijo un internauta. Otra usuaria ironizó: “Son hornos, solo las aceptaría si les pusieran aire acondicionado como en sus casas, pero eso no va a pasar”. Belkis Rodríguez añadió: “En verano serán hornos y en invierno, congeladores”.
La frustración también se convirtió en denuncia política. “Es para meter a Díaz-Canel y a todos los vividores esos a vivir allí sin corriente, sin comida y sin agua, para que vean lo que se siente y cómo vive el pueblo”, señaló una vecina.
Lo que el gobierno presenta como “avance” es visto por muchos como un parche más que no resuelve la crisis habitacional que afecta a más de 13 mil viviendas dañadas en la provincia tras el huracán. La pregunta que queda flotando es si se trata de una verdadera ayuda o de otra improvisación que condena a los damnificados a sobrevivir en condiciones indignas.
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