La fragilidad del sistema eléctrico cubano volvió a quedar en evidencia este viernes, 26 de septiembre, cuando la unidad 6 de la Central Termoeléctrica "Máximo Gómez" en el Mariel, salió abruptamente de servicio a las 8:53 de la mañana.
Según la escueta nota oficial de la Unión Eléctrica (UNE), la causa de la avería fue una “contaminación de aceite y vibraciones en la bomba de agua alimentar”. Sin embargo, la explicación, lejos de tranquilizar a la población, desató una ola de indignación en redes sociales.
El problema técnico ocurrió justo después de que la UNE anunciara un déficit de 1.670 MW para el horario pico nocturno, cifra que ahora se quedará corta frente a la nueva realidad: más apagones, más prolongados y en mayor cantidad de provincias.
Con ello, se incumple otro de los pronósticos que pretendían dar cierta “seguridad” a los ciudadanos, quienes viven en una angustia permanente sin saber cuántas horas de oscuridad deberán enfrentar cada día.
Los comentarios en redes sociales no tardaron en reflejar el hartazgo. Mientras algunos se burlaron de las causas oficiales, otros exigieron explicaciones reales y un plan de solución. “Qué vida tan miserable la nuestra”, resumió una usuaria en Facebook, dejando claro que la resignación convive con la rabia contenida.
La realidad es que la avería en el Mariel no es un hecho aislado. En la termoeléctrica de Santa Cruz del Norte, dos de sus tres unidades están bajo mantenimiento y en la CTE Felton la unidad 2 sigue fuera de servicio por fallos anteriores.
A esto se suma la falta de combustible y lubricantes que mantiene a cientos de motores de generación distribuida sin funcionar. El resultado: un Sistema Eléctrico Nacional en estado crítico, incapaz de cubrir la demanda básica de un país entero.
Aunque las autoridades insisten en que los ciclos de mantenimiento son necesarios para la “sostenibilidad del sistema”, la población percibe lo contrario: cada intervención genera más dudas que soluciones.
Los intentos recientes de sincronizar nuevos bloques o arrancar motores de fuel oil han sido insuficientes frente a un colapso estructural que se arrastra por décadas de falta de inversión, mala planificación y desgaste tecnológico.
Mientras tanto, los apagones golpean a todos los sectores: familias que ven interrumpida su vida cotidiana, industrias que paralizan su producción y hospitales que deben improvisar para garantizar servicios mínimos.
La crisis energética no es solo un problema técnico, sino una profunda muestra de la incapacidad del gobierno para garantizar un derecho esencial.
Cuba amanece y anochece en un ciclo de incertidumbre eléctrica. La avería en el Mariel es solo la última chispa de un incendio que, lejos de apagarse, se extiende sin control por toda la Isla.
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