El Tribunal Provincial Popular de Holguín dictó sentencias de entre 6 y 8 años de prisión contra tres acusados de tráfico de marihuana, en un juicio celebrado el 25 de septiembre que las autoridades calificaron como “ejemplarizante”.
Según reportes oficiales, los hombres fueron detenidos en el municipio de Banes cuando dos de ellos recogían un envoltorio de nylon con marihuana preparado por el tercero. El arresto se produjo durante la noche, circunstancia considerada agravante en el proceso judicial. Dos de los implicados recibieron penas de 6 años de cárcel, mientras que al tercero, señalado como reincidente, se le impuso una condena de 8 años.
Las sanciones se amparan en el Código Penal vigente, Ley 151 de 2022, que contempla penas de 4 a 10 años de privación de libertad para delitos relacionados con el tráfico de drogas
Aunque el régimen cubano insiste en mostrar mano dura contra el narcotráfico, cada vez son más frecuentes los reportes sobre consumo y expendio de drogas en la isla, particularmente de marihuana y psicofármacos. Lo que antes parecía un fenómeno aislado, asociado a turistas o sectores muy específicos, hoy se extiende a comunidades enteras, con un notable impacto en la juventud.
Diversos testimonios publicados en redes sociales señalan que la marihuana circula en barrios populares y zonas rurales, en algunos casos con la complicidad de autoridades locales. También ha crecido el consumo de medicamentos controlados, empleados como sustitutos para evadir controles policiales.
El incremento de la crisis económica, la falta de perspectivas para los jóvenes y la proliferación del mercado negro han generado un terreno fértil para este fenómeno. En ciudades como La Habana, Santiago y Holguín se reportan cada vez más casos de robos, riñas y delitos asociados al consumo de drogas.
La marihuana, oficialmente clasificada como Cannabis Sativa Indica, se encuentra en las listas I y IV de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, de la cual Cuba es signataria. Según los especialistas, su consumo puede provocar dependencia psíquica, alteraciones de la memoria y un síndrome motivacional que afecta el desempeño académico y laboral.
No obstante, mientras en varios países de la región se discute la legalización o regulación de la marihuana, en Cuba el tema sigue siendo un tabú. El Estado insiste en mantener un discurso de “tolerancia cero” que contrasta con la percepción ciudadana de que el problema se ha expandido más allá de su control.
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