En un nuevo episodio de la desconexión entre la dirigencia y la realidad que viven los cubanos, Manuel Marrero Cruz, primer ministro de Cuba, volvió a dejar claro que su papel no es resolver los problemas estructurales del país.
A través de recientes declaraciones, instó a los municipios a “dar respuesta y satisfacer las necesidades de su población”, una frase que para muchos suena más a un llamado simbólico que a una verdadera estrategia de gobierno.
Mientras Marrero exhorta a los territorios a asumir responsabilidades, los ciudadanos continúan enfrentando dificultades cotidianas que el Estado no logra resolver. Desde apagones constantes y déficit de combustible hasta la escasez de alimentos y medicamentos, la vida en Cuba se mantiene marcada por la precariedad.
En varias provincias, los servicios básicos fallan sistemáticamente y las promesas de “soluciones inmediatas” quedan atrapadas en la burocracia y la falta de recursos.
El mensaje del primer ministro genera críticas dentro y fuera de la Isla, pues refleja un patrón recurrente: el gobierno reconoce la crisis pero no adopta medidas efectivas a nivel nacional. Al delegar las responsabilidades a los municipios, Marrero deja a las autoridades locales lidiando con un sistema que carece de inversión y planificación, obligándolas a improvisar frente a problemas que requieren decisiones centrales y estructurales.
Analistas independientes señalan que estas declaraciones no hacen más que evidenciar la distancia entre los discursos oficiales y la realidad. “Es como pedirle a los bomberos que apaguen un incendio sin darles agua ni mangueras”, comenta un especialista en políticas públicas consultado por Alberto Arégo.
Los municipios, aun con buena voluntad, no pueden suplir un Estado autocrático, que acumula décadas de ineficiencia y corrupción y que ha actuado siempre como el único que manda y ordena en una muestra fiel del sistema totalitarista que exhibe.
Mientras tanto, la población sigue esperando soluciones concretas: leche para los niños, atención médica adecuada, transporte público funcional y acceso a productos básicos. Sin un plan nacional que articule recursos y estrategias, las palabras de Marrero se quedan en retórica vacía, generando frustración y desconfianza entre quienes más necesitan respuestas.
La exhortación a “dar respuesta” resalta la falta de acción real del gobierno central, dejando en evidencia que los problemas de Cuba no pueden resolverse únicamente con discursos. La población sigue sufriendo y los municipios, aunque llamados a actuar, no tienen la capacidad para sustituir un estado ausente.
Del perfil de Alberto Arego
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