La comunidad migrante en Chicago se encuentra al borde del pánico luego de las recientes redadas de ICE en albergues para personas sin hogar. Lo que debería ser un espacio seguro para quienes lo han perdido todo, se ha convertido en escenario de tácticas militares y arrestos arbitrarios, según denunciaron activistas y legisladores locales.
La llamada “Operación Midway Blitz”, iniciada el 8 de septiembre, ha dejado un rastro de miedo entre los solicitantes de asilo y los desamparados que buscan refugio en albergues de la ciudad. En North Park, un edificio que anteriormente fue centro de entrenamiento de la Reserva del Cuerpo de Marines y ahora sirve de albergue, al menos dos personas fueron detenidas y liberadas posteriormente, pero la sensación de inseguridad persiste.
Organizaciones como la Coalición de Illinois por los Derechos de los Inmigrantes y Refugiados denunciaron que los refugios están siendo convertidos en “escenarios de redadas”, un ataque directo contra los más vulnerables. “Esto es inapropiado, repugnante e inaceptable”, declaró el senador estatal Ram Villivalam, mientras la concejal Rossana Rodríguez Sánchez calificó la acción federal de “supremacista y aterradora”.
Las críticas se centran en que ICE no se está enfocando en criminales de alto riesgo, sino en inmigrantes trabajadores sin antecedentes penales, deteniéndolos en espacios que deberían ser sagrados para su seguridad.
Además, los legisladores locales exigen transparencia sobre las operaciones, denunciando arrestos sin debido proceso, derribo de puertas y entrada a lugares sensibles como iglesias, escuelas y centros de salud.
Mientras tanto, las organizaciones y autoridades locales llaman a la protesta pacífica y la solidaridad comunitaria, recordando que la violencia no es la respuesta, aunque la desesperación crece.
En Broadview, enfrentamientos entre manifestantes y agentes federales llevaron a exigir la retirada de una valla metálica instalada sin permiso por el DHS.
El mensaje es claro: las comunidades afectadas no se quedarán en silencio. Los activistas insisten en que ICE debe abandonar estas áreas, poner fin a las redadas y detener la criminalización de los desamparados.
La indignación crece en redes sociales, donde se multiplican las denuncias y se organiza la defensa de quienes se han convertido en blanco de estas operaciones federales, mostrando que la solidaridad y la vigilancia comunitaria son la mejor respuesta ante el miedo impuesto desde Washington.
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