El Parque Lenin, uno de los mayores espacios recreativos de La Habana, guarda entre sus rincones un recuerdo que hoy duele ver en ruinas: el antiguo acuario.
Este espacio, que alguna vez deslumbró a los niños cubanos con su magia marina, fue inaugurado en 1974 como parte de la gran obra de ocio y esparcimiento que el gobierno de la época quiso regalar a las familias habaneras.
En su momento, el acuario representaba un verdadero símbolo de asombro y aprendizaje. Allí podían apreciarse especies marinas que muchos pequeños jamás imaginaron ver en vivo, desde peces tropicales de colores hasta tiburones y tortugas. Para varias generaciones de cubanos, una visita escolar o familiar al acuario del Parque Lenin era sinónimo de alegría, descubrimiento y un contacto directo con la naturaleza.
El espacio no solo ofrecía entretenimiento, sino también una experiencia educativa, diseñada para despertar la curiosidad científica de los niños y fomentar el respeto por la vida marina. Era parte de un proyecto cultural y recreativo más amplio que incluía el zoológico, el cine, áreas de juegos y la piscina del parque, conformando un pulmón de ocio en medio de la capital.
Hoy, sin embargo, lo que en otro tiempo fue un lugar de sonrisas y asombro, se encuentra en total deterioro. Techos caídos, paredes resquebrajadas y estanques vacíos son testigos mudos del abandono. Lo que antes era un orgullo para las familias cubanas, ahora solo genera tristeza y nostalgia.
Las imágenes difundidas recientemente, gracias a Daniel Milián Rizo, muestran el estado actual del acuario y confirman una realidad que golpea fuerte: la desidia y el olvido han convertido un espacio emblemático de la niñez en ruinas sin vida.
Fuente: Díaz Canel Sin Gao
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