Santiago de Cuba arde en rumores que dejaron de ser simples comentarios de esquina para convertirse en la comidilla de colas, pasillos y hasta del transporte público. El nombre que más se repite es el de Beatriz Johnson Urrutia, apodada por muchos como “El Bombón Asesino”, actual primera secretaria del partido en la provincia y señalada por su presunta implicación en una red de desvío y manipulación de carros de turismo.
Según la investigación en curso, se trata de vehículos que, en los papeles, estaban “dados de baja” pero que terminaron reapareciendo en manos de dirigentes, militares, familiares bien conectados y dueños de mipymes con vínculos estrechos con la cúpula. El pueblo lo describe con ironía: “mucho con demasiao’”.
Las detenciones ya suman cerca de una veintena, entre ellas altos funcionarios de la policía y directivos de empresas estatales. Pero en Cuba el guión es conocido: algunos pagan los platos rotos mientras otros, más cercanos al poder, se salvan. Y aunque corre la versión de que Johnson está detenida en su casa, lo cierto es que continúa en funciones, aunque visiblemente debilitada.
Su última aparición pública, durante la visita “sorpresiva” de Díaz-Canel a la Termoeléctrica "Antonio Maceo" (Renté), fue el retrato de ese declive: cabizbaja, apagada, a la sombra del mandatario. Una imagen muy distante de la arrogancia y las sonrisas de meses atrás, lo que refuerza la percepción de que su influencia política se resquebraja.
En Santiago, nadie duda de su implicación: “está metida hasta el cuello”, aseguran voces en la calle. Sin embargo, en la lógica del castrismo, ella buscará mover las fichas para que sean otros —subordinados, pequeños empresarios, policías— quienes paguen por el escándalo. Porque en Cuba, el poder nunca permite que la reina caiga: ¡solo se sacrifican peones!
Mientras tanto, en el Centro de Operaciones de Versalles, los interrogatorios suman declaraciones y “todo el mundo canta”, según dicen en voz baja. Cada día aparecen nuevos nombres, pero la gran incógnita es hasta dónde dejarán que llegue la soga.
La sentencia del pueblo, sin embargo, ya está dictada. En las guaguas, en las colas del agro, en cualquier esquina santiaguera se escucha lo mismo: “El Bombón Asesino está embarrada hasta el cuello, y si se salva, es porque en Cuba la ley no existe para los que mandan.”
Fuente: Yosmany Mayeta Labrada
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