El padre Alberto Reyes se ha convertido en una figura icónica representativa de la realidad que vive el maltratado pueblo cubano. Precisamente en sus reflexiones más recientes ahonda en tan sensible tema:
"Cuando se toca la realidad del ´cubano de a pie´, lo que se percibe es un cansancio extremo y un deseo profundo de un cambio radical de la vida en este país. Escucho a la gente y es como si reviviera las anécdotas que me contaban de los últimos tiempos de Batista: el hastío social, el rechazo visceral al gobierno, las ansias cada vez más profundas de un final para una pesadilla cotidiana que parece interminable.
"Y sin embargo, somos un pueblo que ha empezado a enfocarse en otras alarmas: ¿se interrumpirán las remesas?, ¿se cancelarán los vuelos desde y a los Estados Unidos?, ¿si impedirá la visita de aquellos que han emigrado…?
"Se mira con horror toda noticia que ponga en riesgo lo que no queremos perder y dejamos a la mente dispararse como ´loca de la casa´: ¿subirán más los precios?, ¿se acabarán los proveedores?, ¿aumentará el hambre…?
"Yo entiendo lo desagradable de la incertidumbre y lo precario de nuestra vida y que en este momento nadie sabe cómo va a terminar esto, ni el pueblo ni el gobierno. Pero creo también que algo sí es cierto: ¡el cambio no se hará sin dolor!.
"Durante años hemos esperado una solución mágica, una especie de ´que alguien haga algo´ mientras nosotros asumimos que nuestro rol es el de espectadores. Es cierto que en los momentos en los que hemos decidido asumir el protagonismo de nuestra historia, la respuesta desde el poder ha sido agresiva y despiadada pero, por otra parte ¿era esperable otra reacción?
"Las coyunturas internacionales actuales podrán ser más o menos favorables a un cambio interno, pero el sistema que un día se instauró en esta tierra sin nuestra voluntad, no terminará sin el uso de nuestra voluntad. Un cambio social tiene su raíz en personas concretas que un día, decidieron pensar, tomar decisiones y actuar en consecuencia, desde sus inevitables inseguridades.
"Porque no es necesario, por ejemplo, decir a los cuatro vientos que ´la guerra de todo el pueblo´ es, además de una estupidez, algo en lo que nadie cree, ni siquiera aquellos que la convocan, pero eso no quita el miedo a la hora de decidir quedarse en casa.
"No es necesario estallar y decir que te han tratado como a un objeto útil cuando te recoge la guagua de la empresa y, en vez de llevarte a tu trabajo, te deja en la marcha de las antorchas, pero siempre tendremos la opción de irnos de allí y no participar, a pesar del miedo de enfrentar a los que te ´advierten´ de las posibles consecuencias de tu decisión.
"Pacífico no es igual a pasivo. Y el cambio necesario todavía puede lograrse por medios pacíficos, pero nunca llegará desde actitudes pasivas.
Decía Bernard Shaw: ´Ves las cosas como son y te preguntas: ‘¿por qué?’ Yo sueño con cosas que nunca fueron y me pregunto: ‘¿por qué no?’”.
"Y el cambio en esta Isla será imparable cuando cada vez más personas nos paremos, en serio, a preguntarnos: ¿Por qué no puede ser diferente?, y hagamos lo posible, a pesar de los precios posibles".
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