Donald Trump continúa enfrascado en su errática política arancelaria que, lejos de fortalecer la economía estadounidense, la está arrastrando a niveles alarmantes. En vez de reconocer el fracaso de su guerra comercial, que ha tenido efectos adversos tanto en el comercio internacional como en los consumidores locales, el expresidente insiste en expandirla. Su nueva obsesión: los productos farmacéuticos importados.
Este lunes, Trump ha anunciado su intención de imponer aranceles a medicamentos y productos farmacéuticos fabricados fuera del país, en un nuevo intento por "proteger la industria nacional". Sin embargo, diversos analistas económicos advierten que esta medida podría tener consecuencias negativas aún más graves que las anteriores.
Las farmacéuticas estadounidenses dependen en gran medida de la importación de materias primas y medicamentos terminados, especialmente desde países como India, Alemania y China. Elevar los precios mediante gravámenes no solo encarecerá el acceso a medicamentos, sino que también podría generar escasez y desabastecimiento.
Trump, fiel a su estilo, no ha presentado estudios ni informes técnicos que respalden la efectividad de esta medida. Sus argumentos giran en torno al discurso nacionalista de "recuperar empleos" y "castigar a los que se aprovechan de Estados Unidos", una retórica que ya ha demostrado ser más populista que efectiva.
La economía estadounidense, lejos de beneficiarse, ha sufrido fuertes golpes debido a estas políticas arancelarias. El aumento de precios en productos básicos, las represalias de otras economías y la inestabilidad en los mercados han generado incertidumbre tanto en consumidores como en inversores. Los sectores agrícola y tecnológico ya han sentido el impacto directo, y ahora podría sumarse el sanitario, uno de los más sensibles y vitales.
Mientras tanto, el resto del mundo observa con preocupación cómo Trump insiste en mantener una postura confrontativa, incluso con países aliados. La guerra comercial que inició con China se ha extendido a Europa, América Latina y ahora amenaza a sectores tan esenciales como el farmacéutico. Todo ello mientras la inflación se mantiene alta y el crecimiento económico se ralentiza.
Trump parece ajeno a los datos y advertencias. Desde su burbuja política, sigue apostando por políticas de confrontación en lugar de diálogo. Y en este nuevo capítulo de su cruzada económica, millones de estadounidenses podrían pagar el precio más alto: su salud.
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