Los campos agrícolas de Homestead y los Redlands, conocidos por su gran producción de alimentos, se encuentran sumidos en un ambiente de miedo y incertidumbre. Los trabajadores, en su mayoría inmigrantes, enfrentan una situación cada vez más difícil, especialmente desde el endurecimiento de las políticas de deportación bajo la administración de Donald Trump, que recientemente se ha intensificado con nuevos poderes para la policía estatal y local en Florida.
Uno de los testimonios más representativos es el de una mujer guatemalteca que lleva dos décadas en Estados Unidos. Ella trabaja recolectando tomates y, aunque su rostro refleja preocupación, se ve obligada a seguir adelante. “No queremos venir a trabajar, pero tenemos que hacerlo porque necesitamos llevar comida a la casa. ¿Qué le vamos a dar a nuestros hijos? Es muy difícil”, explica. Esta mujer, que ahora es la única fuente de ingresos para su hija y sus otros hijos que estudian en la universidad, hace un llamado a la importancia del trabajo que realizan: “Nosotros somos el motor de este país. Somos la columna y nuestros hijos son el futuro”.
El miedo a las deportaciones afecta no solo a los trabajadores, sino también a la economía local. Negocios que dependen de la mano de obra inmigrante están enfrentando una caída en la productividad, lo que podría derivar en aumentos en los costos de los alimentos. “Nosotros alimentamos a los políticos, ponemos la comida en la mesa. Y ahora las cosas se van a poner más caras”, señala otra trabajadora, preocupada por el impacto económico de la situación.
En el centro de Homestead, la inquietud se percibe igualmente en los jóvenes trabajadores, quienes viven con temor a las patrullas de ICE. “Cuando veo una patrulla, siento que el corazón se me sale del pecho. Pero, ¿qué podemos hacer?” comenta un trabajador que apenas tiene lo suficiente para sostener a su familia en Guatemala después de enviar la mayor parte de su salario.
Soila Gallegos, una empresaria en Homestead desde hace más de 40 años, asegura que nunca había vivido algo similar. Su negocio, que depende de los trabajadores agrícolas, está viendo un descenso en las ventas, afectado también por el aumento de los alquileres. “Las ventas están muy bajas. No tenemos ni para pagar la renta”, lamenta Gallegos, quien ha notado cómo el miedo se ha apoderado de la comunidad, reflejándose incluso en su servicio de notaría, donde muchos buscan dejar arregladas las custodias de sus hijos por si algo les sucediera.
El temor y la incertidumbre se sienten en todo el sur de Florida. Los trabajadores, ya sean indocumentados o con permisos temporales, solo salen de sus casas para lo estrictamente necesario. La comunidad inmigrante se encuentra atrapada en un ciclo de ansiedad, mientras las autoridades continúan con su enfoque en la seguridad nacional sin considerar el impacto directo en los pilares de la economía agrícola.
(Con información de Telemundo)
La administración Trump propone restringir comida chatarra en el programa SNAP (cupones)
Hace 4 días