El experto en arquitectura Thomas Beck del Comité de Diseño del Instituto Americano de Arquitectos; quien visitó la isla en una comisión de trabajo en 2016, corroboró que el fondo habitacional del país se encuentra en peligro de desmoronarse. El país vive una crisis de derrumbes que alarma por las constantes pérdidas de vidas humanas.
La idea de que Cuba se congeló después de la guerra civil culminada en 1959 ya no es factible. La realidad es que el país se derrite lentamente en las últimas seis décadas. Los proyectos arquitectónicos que se tenían previsto en los 50 fueron cancelados por Fidel Castro. Con la dictadura del proletariado en su apogeo a los arquitectos burgueses “ya no se les permitiría construir monumentos a sus egos”, explicó el especialista.
El arduo trabajo de investigación desarrollado por Thomas Beck le permite afirmar que “en Cuba la mayoría de sus habitantes viven en casas con techos parciales”. El ciudadano común es dependiente del gobierno para arreglar sus casas, acometer restauraciones o simplemente construir.
El cubano se enfrenta a la supervivencia todos los días. Las casas más duraderas y mejor construidas comienzan a fallar por el empuje del tiempo. Pronto les seguirán las casas de estilo soviético como las de Alamar, hechas con calidad pésima, en sistema de producción serial.
Este problema de la imposición del gobierno de los formatos constructivos para cumplir con planes fue fuertemente criticado por Thomas Beck. El especialista reafirmó: “El diseño debe fluir de la profesión arquitectónica al gobierno, y no al revés”. El intrusismo del régimen en todas las esferas de la vida ha permitido la destrucción de la nación latinoamericana más desarrollada de la primera mitad del siglo XX.
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