Cuba atraviesa uno de los peores inicios de año en materia de incendios forestales, especialmente en la provincia de Pinar del Río, donde las llamas han devorado más de 7.100 hectáreas de bosques solo en los primeros meses de 2025. Esta cifra supera con creces el total acumulado durante los últimos cuatro años, en los que se registraban en promedio 1.512 hectáreas afectadas anualmente, según datos publicados por el diario oficial Granma.
El aumento desmedido de estos siniestros no se explica solo por la prolongada sequía —señalada como la principal causa por las autoridades del Cuerpo de Guardabosques de Cuba (CGB)—, sino también por la grave crisis económica que atraviesa el país. La falta de combustible, equipos adecuados y personal entrenado ha limitado severamente las capacidades de prevención y respuesta ante estos desastres.
Alexander Pereda, jefe del CGB en la región pinareña, reconoció que las restricciones logísticas han impedido construir suficientes trochas y líneas cortafuegos, lo cual complica el acceso a las áreas forestales y retrasa la contención de las llamas. Esta carencia de infraestructura es un reflejo directo de la situación nacional, marcada por el desabastecimiento de recursos básicos y una economía colapsada.
El último incendio reportado ocurrió hace poco más de una semana, arrasando con 200 hectáreas de bosque. En total, ya se han registrado casi 70 incendios en lo que va de año solo en Pinar del Río, lo que pone en evidencia la fragilidad del sistema de protección medioambiental del país.
La temporada crítica de incendios forestales en Cuba se extiende de enero a mayo, coincidiendo con la época seca. Sin embargo, los efectos del cambio climático y el deterioro de los servicios públicos han intensificado el impacto de esta temporada, convirtiendo cada brote en una amenaza mucho más difícil de controlar.
En 2024, el país reportó 326 incendios que afectaron alrededor de 3.000 hectáreas, pero ese número ya ha sido ampliamente superado solo en esta provincia occidental. Pinar del Río, con más del 48 % de su superficie cubierta por bosques, es la segunda provincia más reforestada de la isla, lo que agrava el daño ecológico ante la pérdida acelerada de masa forestal.
El panorama actual demuestra que no se trata únicamente de eventos naturales. La situación es agravada por un sistema incapaz de responder eficazmente ante emergencias, debido al deterioro de su infraestructura estatal. En lugar de prevenir o mitigar estos desastres, el gobierno cubano enfrenta las llamas con escasos medios y respuestas tardías.
(Con información de EFE)
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