En una operación inusual y polémica, las autoridades migratorias de Estados Unidos deportaron a dos ciudadanos cubanos con un largo historial delictivo a Sudán del Sur, como parte de un vuelo coordinado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Los deportados fueron identificados como Enrique Arias-Hierro y José Manuel Rodríguez Quiñones, ambos con múltiples condenas por crímenes violentos cometidos en territorio estadounidense. La medida forma parte de una operación del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) que incluyó la expulsión de ocho extranjeros considerados peligrosos para la seguridad nacional y pública.
Según explicó el director interino de ICE, Todd Lyons, durante una rueda de prensa, el vuelo se originó en Texas y fue calificado como “una operación necesaria para proteger a nuestras comunidades de individuos extremadamente peligrosos que se encontraban en el país ilegalmente”.
Arias-Hierro fue arrestado el pasado 2 de mayo y su historial criminal incluye homicidio, secuestro, robo a mano armada, suplantación de identidad de funcionario público y robo con violencia. Por su parte, Rodríguez Quiñones fue detenido el 30 de abril y cuenta con condenas por intento de asesinato en primer grado con arma de fuego, agresión con violencia, hurto y tráfico de animales caninos, entre otros delitos.
Ambos cubanos ya habían cumplido sentencias largas en cárceles estadounidenses, pero permanecían bajo supervisión en centros de detención migratoria al no ser aceptados por su país de origen. Cuba, como en otros casos similares, se negó a recibirlos, lo que obligó a las autoridades estadounidenses a buscar un destino alternativo.
La escala en Sudán del Sur, país que no guarda relaciones diplomáticas cercanas con Cuba ni con EE.UU., fue vista por algunos analistas como una decisión extraordinaria y una señal de la dureza con la que la actual administración maneja ciertos casos migratorios.
“El mundo entero se niega a aceptar a personas de esta peligrosidad. Son individuos con un nivel de brutalidad que pocas veces hemos visto”, declaró Lyons. “Este vuelo permitió finalmente sacarlos del país, cumpliendo así con nuestra responsabilidad de proteger al público”.
La operación generó controversia entre sectores defensores de derechos humanos, que advierten sobre la falta de transparencia y el posible riesgo de deportar a personas a países donde pueden enfrentar condiciones inhumanas o carecer de vínculos culturales y sociales.
Sin embargo, ICE argumentó que, ante la negativa de repatriación por parte de países como Cuba, deben buscarse rutas legales y prácticas para hacer cumplir las leyes de inmigración. “No podemos permitir que individuos con este historial queden libres en nuestras comunidades por falta de cooperación internacional”, concluyó Lyons.
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