La crisis económica en Cuba continúa deteriorando todos los sectores del país, y el sistema bancario no ha escapado a esta realidad. Un caso que ilustra claramente esta situación es el cierre prolongado de una agencia del Banco Metropolitano ubicada en una zona estratégica de La Habana, justo en Avenida Bolleros, entre 19 de Mayo y Aranguren, en el Ministerio de Comunicaciones y a escasos metros de la Terminal de Ómnibus Nacionales, en el municipio Plaza de la Revolución.
Según fuentes del vecindario que prefirieron mantener el anonimato, esta agencia bancaria lleva más de cinco meses sin prestar servicios al público, debido a la falta de personal. Esta situación no solo ha afectado a los trabajadores de instituciones gubernamentales cercanas, sino también a cientos de ciudadanos que transitaban diariamente por esta zona clave de la capital para realizar operaciones financieras.
El cierre no solo afecta las operaciones dentro de la sucursal, sino también el funcionamiento del cajero automático instalado en el lugar. Al no estar activa la agencia, el cajero permanece fuera de servicio, dejando a los usuarios sin la posibilidad de realizar operaciones básicas como extracciones de efectivo o consultas de saldo.
Este hecho no es aislado. Se inscribe dentro de una tendencia más amplia: el éxodo de trabajadores estatales hacia el sector cuentapropista, impulsado por los bajos salarios en el sistema público, que no cubren ni siquiera lo mínimo para la subsistencia. A esto se suma el fenómeno creciente de la emigración, que ha dejado vacíos laborales en sectores estratégicos como la salud, la educación y, en este caso, el sector bancario.
La agencia del Banco Metropolitano en Bolleros, entre 19 de Mayo y Aranguren ha sido históricamente una de las más concurridas de la zona, no solo por su cercanía con instituciones gubernamentales, sino también por su valor logístico: miles de viajeros que llegan o parten desde la Terminal de Ómnibus Nacionales dependen de este servicio para gestionar efectivo o realizar operaciones antes de sus desplazamientos. Su cierre ha obligado a los clientes a trasladarse a sucursales más lejanas, enfrentando largas colas y un servicio sobrecargado.
Aunque oficialmente no se ha emitido ninguna nota pública sobre el cierre, vecinos aseguran que el motivo es la falta de personal. En un contexto donde los jóvenes profesionales optan por emigrar o dedicarse a oficios más rentables en el sector privado, cubrir una plaza bancaria estatal se vuelve cada vez más difícil.
La situación de esta sucursal es un reflejo de la creciente precariedad institucional en Cuba. Mientras el Estado insiste en proyectar una imagen de control y normalidad, la realidad en la calle cuenta otra historia: servicios esenciales cerrados, recursos humanos insuficientes y una población cada vez más desatendida.
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