Un recluso cubano desató una grave crisis en la prisión del Arginone en Ferrara, Italia, al subir al techo del penal y amenazar con lanzarse al vacío mientras gritaba que quería regresar a casa. La situación se prolongó por más de tres horas, generando preocupación entre el personal penitenciario y evidenciando nuevamente las carencias del sistema carcelario italiano, en especial en la atención a internos con trastornos mentales.
El hombre, que mide más de 1.90 metros y pesa alrededor de 120 kilos, logró burlar al personal de custodia y subir a los pisos superiores hasta alcanzar el tejado del recinto. Desde allí, gritaba frases incoherentes, entre ellas “¡Déjenme en paz, quiero volver a casa!”, mientras mostraba un comportamiento altamente agresivo. El comandante del penal, tras una extensa negociación, consiguió persuadirlo y evitar una tragedia.
“El caso evidenció una crisis más profunda: la falta de atención psiquiátrica adecuada en las cárceles italianas, un problema que los sindicatos han denunciado durante años.” El sindicato SAPPE (Sindacato Autonomo Polizia Penitenziaria) se pronunció inmediatamente, elogiando la profesionalidad del personal pero reiterando la urgencia de reformas.
Su portavoz, Giovanni Durante, criticó la desaparición de las estructuras psiquiátricas penitenciarias, calificándola como un error que hoy pone en riesgo la vida de internos y trabajadores.
Según SAPPE, la mayoría de las cárceles italianas no cuentan con atención médica psiquiátrica permanente, lo que deja desprotegidos a los reclusos con enfermedades mentales graves y multiplica los episodios de violencia e inestabilidad.
El sindicato solicitó el traslado del interno cubano a una instalación especializada, donde pueda recibir tratamiento adecuado.
La situación reabre el debate nacional sobre la necesidad de reformar urgentemente la atención de salud mental en las cárceles, una demanda que incluso ha sido respaldada por la Corte Constitucional italiana. Esta institución ha instado al Parlamento a legislar de manera urgente para garantizar condiciones dignas y seguras tanto para los reclusos como para el personal carcelario.
Este caso también resuena en el contexto cubano, donde la atención psiquiátrica en prisiones y hospitales atraviesa una grave crisis. Informes recientes denuncian la falta de medicamentos y el maltrato a pacientes en instituciones como el hospital psiquiátrico de Santa Clara, mientras las cárceles enfrentan hacinamiento, desnutrición y abandono médico.
El incidente en Ferrara, aunque controlado sin víctimas, pone en el centro del debate las fallas de los sistemas penitenciarios en dos países muy distintos, pero con problemas comunes: la negligencia frente a la salud mental de los privados de libertad.
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