‘La necesidad los ha obligado a apelar a la invención’ dice un artículo de la prensa local de Pinar del Río, para referirse a la idea que tuvieron unos padres.
Una piscina móvil para que niños y mayores se refrescaran en un pueblo cuyo nombre “El Infernal” ya deja claro muchas cosas. Una creación comunal con recursos donados por todos.
Según relatan, las opciones de diversión para estos infantes de “La Infernal” son nulas:
“El campismo Cueva de Los Portales les queda a varios kilómetros. En la zona donde viven no existe un parque infantil. Tampoco las instituciones de Cultura y de Deporte del territorio les ofrecen actividades recreativas. Y ni siquiera las tiendas recaudadoras de divisas y centros gastronómicos del consejo popular comercializan un alimento tan deseado por los niños como el helado”.
En estos parajes alejados de las urbanizaciones principales, que alguna vez tuvieron funcionalidad económica (ya ni eso les queda a muchos), es donde se evidencia con mayor fuerza la depauperación económica de Cuba.
La inventiva popular es una pequeña brisa en esos territorios olvidados por el gobierno cubano.
“No obstante, a la capacidad de invención y creatividad de los padres de estos niños, debe sumarse la ayuda de las autoridades locales y demás instituciones estatales de la comunidad. Un apoyo que se materialice a través de proyectos socioculturales e inversiones económicas para crear espacios de sano esparcimiento y recreación”, dice la periodista.
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