El reciente fallo judicial en Queens, Nueva York cierra uno de los capítulos más tristes de los últimos años en materia de protección infantil. Shaquan Butler de 29 años fue condenado a un mínimo de 32 años de prisión por privar de la vida a su hijo de tres años, Shaquan Jr., tras un episodio de violencia ocurrido en noviembre de 2022 en un refugio de la zona de Elmhurst.
El niño, que presentaba múltiples lesiones, fue hallado inconsciente y trasladado al Elmhurst Hospital Center, donde poco después se confirmó su fallecimiento.
Las autoridades revelaron que el menor tenía 23 fracturas en las costillas, laceraciones en el hígado, hematomas en gran parte del cuerpo y signos de desnutrición.
Su hermano menor también sufrió lesiones significativas. La fiscal de distrito de Queens Melinda Katz destacó que la magnitud del daño físico y emocional causado era difícil de describir.
Este caso enciende nuevamente las alarmas sobre el papel de la Administración de Servicios para Niños (ACS), que había retirado temporalmente a los menores de la custodia de sus padres en septiembre de 2022, para luego devolverlos en octubre, poco más de un mes antes del fatal desenlace. Críticos de este procedimiento sostienen que se actuó con precipitación y sin garantizar un entorno seguro para los niños.
“Algo no estuvo bien en el seguimiento”, dijo un oficial en aquel momento, reflejando una preocupación que se repite en varios expedientes de negligencia. Organizaciones de defensa infantil han insistido en que la revisión de protocolos debe ser prioritaria para evitar que tragedias como esta se repitan.
Casos similares en Nueva York han puesto en evidencia un patrón preocupante de devoluciones de custodia sin supervisión adecuada, que terminan con desenlaces irreversibles. La situación ha motivado propuestas legislativas para fortalecer la vigilancia sobre familias previamente investigadas por maltrato.
La historia de Shaquan Jr. no es solo un caso judicial, sino un recordatorio de la fragilidad de la vida y de la importancia de que las instituciones encargadas de proteger a los más vulnerables actúen con rapidez, precisión y humanidad. Su partida deja una huella profunda en la comunidad de Queens, que hoy clama por más justicia y menos omisiones.
Las autoridades instan a que cualquier persona que sospeche de maltrato infantil denuncie de inmediato, recordando que una llamada puede significar la diferencia entre la vida y la tragedia. El eco de este caso seguirá resonando como un llamado urgente a proteger a quienes no pueden hacerlo por sí mismos.
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