La empresa privada D’Soto, administrada por Dariel Sotomayor Rivero, hermano del excampeón mundial de salto de altura Javier Sotomayor, enfrenta una deuda millonaria tras una auditoría de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (Onat). Según el organismo estatal, la pizzería con sede en Matanzas debe más de 8,6 millones de pesos al Estado cubano por "daños causados a los fondos públicos".
La noticia ha generado un intenso debate en redes sociales, con opiniones divididas entre quienes critican la penalización de un negocio exitoso y aquellos que ven en este caso una muestra de los privilegios con los que operan ciertas mipymes en Cuba. Sotomayor Rivero, visiblemente molesto por la decisión, expresó en Facebook su inconformidad con la medida, aunque evitó responsabilizar al gobierno directamente.
“Hablamos todo el tiempo del bloqueo, de Trump y de los males de la humanidad, y jamás de la basura que hacemos internamente”, escribió en su publicación, criticando el exceso de regulaciones y la falta de incentivos para el emprendimiento en la isla.
D’Soto inició operaciones en 2022 con la venta y entrega de pizzas, pero rápidamente expandió su modelo de negocio para incluir un mercado online en divisas con ventas desde el exterior y, más adelante, un servicio de envío de remesas. Su crecimiento le permitió arrendar en 2023 un local estatal en Matanzas y, en 2024, abrir un punto de venta en el Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez.
El historial de vínculos con el Estado no pasó desapercibido para los internautas, que cuestionaron si el éxito inicial del negocio se debía a su asociación con el exatleta. “Es hermano de uno de los millonarios de Cuba. ¿Para qué se va a ir? Aquí disfrutan bien las mieles del sistema”, comentó un usuario en redes.
Otro de los emprendimientos vinculados a Javier Sotomayor, el Bar 2.45 en Miramar, La Habana, permanece cerrado desde 2024 en medio de rumores sobre problemas relacionados con drogas y prostitución. Aunque nunca se hicieron públicas las razones de su clausura, su exclusividad y clientela selecta le dieron fama de ser un sitio reservado para las élites.
Con la deuda impuesta por la Onat y el cierre de su bar en La Habana, el futuro de los negocios asociados a los Sotomayor es incierto. El caso de D’Soto pone en evidencia las contradicciones del sector privado en Cuba, donde las mipymes pueden prosperar con apoyo estatal, pero también caer en desgracia bajo la estricta supervisión del sistema tributario.
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