En el pequeño municipio de Sagua de Tánamo, en la provincia de Holguín, un llamado desesperado de un residente ha destapado una cruda realidad que afecta a la juventud local: el consumo de drogas, particularmente el denominado "KIMICO", ha invadido las calles, y con él, la violencia y el sufrimiento de numerosas familias. A través de una publicación en el grupo Revolico Sagua de Tánamo, un participante anónimo denunció el creciente problema de drogadicción en la localidad, alertando sobre la falta de acción de las autoridades y el creciente número de jóvenes que se ven atrapados en este ciclo destructivo.
El testimonio denuncia la alarmante expansión del consumo de KIMICO, una droga sintética que ha arrasado con la tranquilidad de un pueblo que, en el pasado, se caracterizaba por su ambiente familiar y apacible. La situación ha sido ampliamente respaldada por los comentarios de otros usuarios en el grupo, quienes afirman que la falta de intervención de las autoridades y la falta de futuro para los jóvenes están convirtiendo a Sagua de Tánamo en un lugar donde la desesperación y el sufrimiento son la norma.
El testigo anónimo también resalta la pasividad de las autoridades, señalando que en un municipio tan pequeño, todos se conocen y no hay excusas para que los responsables del tráfico de drogas sigan operando con impunidad. La denuncia se convierte en un llamado urgente a las autoridades locales para que tomen medidas más firmes y efectivas frente a este flagelo, o de lo contrario, la situación podría empeorar aún más, afectando a generaciones enteras.
Los comentarios de los internautas no se hacen esperar, y todos coinciden en la gravedad del problema. Reinel, uno de los comentaristas, apunta a la ineficacia de la Policía, que parece más interesada en detener vehículos y poner multas a los conductores en lugar de enfrentar el verdadero problema: el tráfico y consumo de drogas. "Dios mío, y las autoridades de Sagua, ¿qué hacen parando carros en la carretera y poniendo multas a los choferes inocentes que se están buscando la vida para sobrevivir?", señala Reinel, visibilizando la desconexión de las fuerzas de seguridad con la realidad local.
Lisbet, por su parte, pide un giro en las políticas públicas y una atención más cercana a la problemática, implorando que los gobernantes pongan su mirada en el municipio y busquen soluciones reales para frenar el sufrimiento de las familias. "Dios tenga misericordia de este pueblo", expresa Lisbet, con un tono de desesperación ante la indiferencia institucional.
El testimonio de Odelmis resalta un aspecto aún más preocupante: la implicación de menores de edad en el consumo de KIMICO. "Esa droga está acabando con la juventud, e incluso menores de edad que se dejan instrumentalizar por los mayores", denuncia. Para Odelmis, ya es hora de que se tomen decisiones concretas y se apliquen las leyes con todo su rigor a los traficantes y a quienes permiten que este flagelo siga avanzando.
Elisa comparte su preocupación por el impacto que el consumo de drogas tiene en los jóvenes trabajadores, quienes, a pesar de sus esfuerzos por salir adelante, se ven involucrados en incidentes relacionados con drogadictos. "Es triste ver cómo los jóvenes se están matando", señala Elisa, lamentando la complicidad de las autoridades que insisten en que "consumir no es delito". Esta afirmación ha generado confusión y frustración entre los habitantes de Sagua de Tánamo, quienes ven cómo la ley no se aplica de manera efectiva.
Marjoris, en un comentario lleno de indignación, critica a la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), señalando que la inacción frente al tráfico de drogas se debe a que las autoridades se centran en cuestiones menores. "No entiendo cómo la PNR no detienen eso", expresa, refiriéndose al tráfico de drogas. Además, enfatiza que las fuerzas del orden parecen más preocupadas por los que matan animales para sobrevivir que por los que realmente están destruyendo la vida de los jóvenes.
Esta situación no es exclusiva de Sagua de Tánamo. En toda Cuba, el consumo de drogas y la falta de un futuro claro para los jóvenes han generado una crisis silenciosa que, si no se enfrenta con urgencia, podría llevar a consecuencias devastadoras para la sociedad en su conjunto. La pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades son caldo de cultivo para el crecimiento de este problema, que ya está extendido por muchas partes de la isla.
En un país donde la juventud ve pocas posibilidades de un futuro mejor, el consumo de drogas se ha convertido en una vía de escape, pero también en una trampa mortal. La situación en Sagua de Tánamo es solo un reflejo de lo que ocurre en otras localidades cubanas, y el llamado a la acción no puede seguir esperando.
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