El Gobierno cubano ha agradecido recientemente un donativo de 125 toneladas de leche en polvo enviado por Barbados, destinado a alimentar a niños de entre cero y seis años en el oriente del país, una región afectada por fenómenos meteorológicos. En un acto oficial, el viceministro primero de la Industria Alimentaria, Javier Aguiar, reconoció el gesto y lo calificó como una muestra de solidaridad con el pueblo cubano.
Durante la ceremonia, también estuvo presente la embajadora de Barbados en La Habana, Sharon Marschall, quien expresó su esperanza de que este gesto contribuya a aliviar las dificultades que atraviesan las personas más vulnerables de la Isla. La diplomática aseguró que el donativo representa “el apoyo del Gobierno y el pueblo de Barbados al pueblo cubano, perjudicado por las presiones externas durante las últimas seis décadas”, en alusión al embargo estadounidense.
Sin embargo, detrás del discurso oficialista de gratitud y “solidaridad entre pueblos” se oculta una realidad mucho más crítica: el régimen cubano continúa dependiendo de donaciones extranjeras para poder alimentar a su población infantil, lo que refleja el colapso estructural de un modelo económico ineficiente y fracasado.
Desde hace más de cuatro años, Cuba atraviesa una de las peores crisis económicas de su historia reciente. La escasez de alimentos, medicamentos y combustible se ha hecho crónica, mientras la inflación, los apagones y el deterioro del poder adquisitivo golpean a diario a las familias cubanas. La situación ha llegado a tal punto que, en febrero pasado, el gobierno pidió oficialmente ayuda al Programa Mundial de Alimentos de la ONU para poder garantizar la entrega de leche a niños menores de siete años, algo sin precedentes.
Pese a esta dramática situación, las autoridades cubanas insisten en culpar al embargo estadounidense de todos sus males, evadiendo cualquier responsabilidad sobre sus políticas económicas fallidas, su incapacidad para fomentar la producción nacional y su represión sistemática al emprendimiento privado.
Mientras tanto, la población cubana continúa atrapada en un sistema que se niega a reformarse y que, en lugar de buscar soluciones internas, se aferra a culpar a factores externos mientras vive de la caridad internacional. La leche en polvo donada por Barbados es, sin duda, un alivio temporal para algunos niños, pero también es un reflejo del grado de dependencia y miseria al que ha sido arrastrado el país por un gobierno incapaz de garantizar lo más básico.
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