La familia de Adrián García, un joven cubano de 25 años, se despidió con profundo dolor de quien llegó a Estados Unidos lleno de sueños y esperanzas, pero cuya vida fue trágicamente interrumpida tras ser impactada por un rayo en una playa de Nápoles.
Adrián, que vivía con su familia en Hialeah, había logrado en poco tiempo lo que muchos migrantes sueñan: consiguió su residencia en solo dos años, compró su propio auto y obtuvo un empleo estable. Su abuela, Lázara Rojas, lo recordó como un joven lleno de energía y aspiraciones: "Era un buen nieto, un buen hijo, un buen esposo y un buen hermano.
El fatídico accidente ocurrió en un día que parecía completamente normal. Adrián y su familia decidieron disfrutar de una tarde en la playa después de una breve lluvia, sin saber que la tragedia se aproximaba. De repente, un rayo cayó de manera inesperada, impactando a Adrián y a otros dos familiares que estaban con él. Mientras ellos lograban recuperarse rápidamente, Adrián sufrió graves lesiones cerebrales.
"Es uno de los días más duros para cualquier madre o abuela", expresó Lázara, visiblemente afectada. Sin embargo, también quiso expresar su agradecimiento por el apoyo recibido: "Agradezco a todas las personas que nos apoyaron, incluso aquellos que no conocieron a Adrián pero les tocó su historia. Hemos recibido cariño de este país y de todo el mundo".
El fallecimiento de Adrián dejó un vacío enorme en su familia, pero también un legado de esfuerzo y perseverancia. Su abuela recordó con orgullo cómo, en tan poco tiempo, Adrián había logrado asentarse en Estados Unidos y forjarse un futuro. "Siempre miraba hacia adelante", comentando con lágrimas en los ojos.
A pesar del inmenso dolor, la familia se esfuerza por seguir adelante, tal como Adrián lo habría querido. "Hay que seguir adelante", dijo su abuela, con la misma fortaleza que caracterizaba al joven cubano que, en su corta vida, dejó una huella imborrable en quienes los conocieron.
(Con información de "Telemundo 51")