El escritor y activista cubano Cesario Navas, residente en La Habana, ha vuelto a llamar la atención sobre la crisis alimentaria en la isla, denunciando la demora en la distribución del arroz, un alimento esencial en la dieta de los cubanos. A través de sus redes sociales, Navas expone las dificultades diarias que enfrenta la población para acceder a productos básicos y critica la gestión gubernamental, que califica de ineficaz e insensible ante las necesidades del pueblo.
Desde el pasado 21 de febrero, el gobierno anunció la llegada de un cargamento de arroz, un hecho que fue presentado con entusiasmo por los medios oficiales. Sin embargo, según denuncia Navas, han pasado semanas sin que el producto llegue a muchas comunidades, incluyendo la suya en el barrio de Atarés. En su publicación, califica esta situación como una muestra de “insensibilidad, irresponsabilidad y sadismo” por parte de las autoridades, quienes, a pesar de declarar que el país se encuentra en una “economía de guerra”, no han tomado medidas efectivas para garantizar la distribución de alimentos a la población.
Navas cuestiona por qué, si existe una crisis de transporte para el reparto del arroz, no se han destinado camiones del Ejército para llevar este alimento a las comunidades más necesitadas. Además, recuerda que el gobierno aún adeuda la entrega del arroz correspondiente a diciembre, enero y febrero, y ahora también el de marzo. La ausencia de este producto afecta especialmente a los jubilados y ciudadanos de bajos ingresos, quienes no pueden permitirse pagar hasta 700 pesos por un kilogramo de arroz en el mercado informal.
En su análisis, el activista también señala una contradicción evidente: mientras el arroz de la canasta básica brilla por su ausencia, las MIPYMES, tanto estatales como privadas, parecen tener un suministro estable del producto y lo venden a precios elevados. Para Navas, esto no es casualidad, sino el resultado de decisiones premeditadas que favorecen a ciertos sectores a expensas del bienestar popular. Esta estrategia recuerda otras medidas económicas del pasado que, según él, han perjudicado al pueblo, como la eliminación del CUC y las irregularidades en el manejo de la Moneda Libremente Convertible (MLC).
Pero la crisis del arroz es solo una parte del problema. Navas enumera otras calamidades que afectan a la población cubana: apagones constantes, escasez de medicamentos, falta de gas para cocinar, problemas en el transporte público y el agravamiento del hambre entre los más vulnerables. A todo esto, se suma la falta de autocrítica por parte de los dirigentes, quienes, según denuncia el escritor, nunca han pedido disculpas por la difícil situación que atraviesa el país. En su opinión, los altos funcionarios han formado una “nueva aristocracia revolucionaria” que está cada vez más desconectada de las necesidades del pueblo.
La reflexión de Cesario Navas concluye con un sentimiento de desencanto. Recuerda con nostalgia el año 1959, cuando muchos cubanos vieron en la revolución una esperanza de cambio, pero que con el tiempo se ha convertido en una fuente de frustración. Su llamado es claro: denunciar las injusticias y exigir un gobierno que realmente represente y atienda las necesidades de su pueblo.
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