Durante sus primeros 100 días de regreso en la Casa Blanca, el presidente Donald Trump ha dejado claro que no piensa moderar su postura hacia la inmigración. Por el contrario, ha intensificado sus acciones con una serie de medidas que afectan directamente a millones de migrantes, documentados e indocumentados por igual.
Las deportaciones masivas y una vigilancia fronteriza más estricta fueron dos de sus principales promesas de campaña. Ahora, ya de nuevo en el poder, Trump ha ejecutado estas ideas con determinación.
Según un informe del Migration Policy Institute, su administración ha emitido órdenes ejecutivas sobre inmigración a un ritmo seis veces superior al registrado durante el mismo periodo de su primer mandato.
Entre las acciones más destacadas están la expansión del uso de la aplicación CBP One —que ha generado controversia por sus fallas y limitaciones—, nuevos formatos más complejos para solicitar la Green Card y presiones directas para que inmigrantes indocumentados abandonen el país voluntariamente. Además, se han endurecido las condiciones para las solicitudes de asilo, dificultando el acceso a este derecho fundamental.
El informe del Instituto de la Policía de Migración también señala que Trump ha utilizado al Departamento de Defensa, al Departamento de Seguridad Nacional, al Departamento de Justicia y al Departamento de Estado para reforzar su estrategia.
Incluso ha invocado leyes históricas como la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, anteriormente aplicadas solo en tiempos de guerra, con el fin de justificar medidas drásticas.
Esta nueva etapa marca también un cambio en la política exterior de Estados Unidos. Trump ha colocado la aplicación de la ley migratoria en el centro de las relaciones con México, Canadá y otros países del hemisferio, afectando tratados y colaboraciones internacionales.
Colleen Putzel-Kavanaugh, analista del Migration Policy Institute, reflexionó sobre estos cambios en el pódcast “El Diario Sin Límites”, donde advirtió sobre los impactos humanitarios y legales que podrían surgir.
La plataforma Factchequeado reveló cómo estas políticas también están afectando el sistema de asilo, haciéndolo más lento, restrictivo y menos accesible.
Trump no solo insiste en su vieja retórica anti inmigrante sino que ha redoblado sus esfuerzos, aprovechando el aparato institucional del gobierno para aplicar su visión sin concesiones. Para millones de migrantes, esto significa un futuro más incierto que nunca.
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