En una reciente entrevista con NBC News, el expresidente Donald Trump afirmó que no le preocupa si los fabricantes de automóviles elevan los precios como consecuencia de los nuevos aranceles del 25% sobre los vehículos fabricados en el extranjero. Según él, esta medida impulsará la compra de automóviles producidos en Estados Unidos.
Trump destacó que su objetivo es fortalecer la industria automotriz nacional y que, si las marcas extranjeras deciden subir los precios, eso beneficiará a los fabricantes estadounidenses. "Espero que suban los precios, porque si lo hacen, la gente comprará autos estadounidenses", señaló.
Cuando se le preguntó si había advertido a los ejecutivos de la industria automotriz sobre el posible impacto en los consumidores, Trump respondió: "No, nunca dije eso. Me da igual que suban los precios. Si fabrican sus autos en Estados Unidos, no tendrán aranceles y ganarán dinero".
El anuncio de los aranceles ha generado diversas reacciones, especialmente entre líderes internacionales y sectores económicos. Países como Canadá y Japón han criticado la medida, considerándola injustificada y perjudicial para el comercio global.
El primer ministro canadiense, Mark Carney, expresó su descontento al afirmar que estos aranceles afectan la histórica cooperación económica y de seguridad entre ambos países. Por su parte, el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, también condenó la decisión, advirtiendo sobre posibles represalias comerciales.
Mientras tanto, NBC News informó que, además de los autos terminados, las autopartes importadas también estarán sujetas al nuevo impuesto, incluso si los vehículos se ensamblan en Estados Unidos. Sin embargo, aquellas que cumplan con el Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC) estarán exentas hasta que se establezca un proceso definitivo para la aplicación de los aranceles.
Trump dejó claro que estos aranceles no serán temporales. "Absolutamente, son permanentes. Durante 40 años, el mundo ha estado estafando a Estados Unidos, y lo único que estamos haciendo es corregir esa injusticia", aseguró.
El expresidente también insistió en que no tiene planes de retrasar la implementación de estas tarifas, previstas para entrar en vigor el 2 de abril, salvo que surja una negociación que, según él, traiga beneficios sustanciales para EE.UU. "Solo consideraríamos cambios si los países nos ofrecen algo de gran valor", afirmó.
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