El mandatario de Estados Unidos Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, alcanzaron este domingo un acuerdo comercial que pone fin a la escalada arancelaria entre Washington y Bruselas.
El encuentro, celebrado en el complejo de golf de Trump en Turnberry, Escocia, permitió sellar un pacto que impide la entrada en vigor de nuevos aranceles del 30 % que Estados Unidos amenazaba con aplicar a las exportaciones europeas a partir del 1 de agosto.
Aunque los términos precisos del acuerdo no han sido revelados, fuentes europeas han confirmado que el nuevo marco establece un arancel general del 15 % para los productos del bloque comunitario, una cifra que el propio Trump ya había adelantado como condición mínima. Desde abril, Washington mantenía un arancel temporal del 10 %, reducido desde un inicial 20 % como gesto de buena voluntad durante las negociaciones.
La relación comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea ha sido tensa desde el primer mandato de Trump, cuando el entonces presidente impulsó políticas proteccionistas bajo el lema “America First”.
Durante esa etapa, impuso aranceles al acero y al aluminio europeos, lo que generó una respuesta inmediata por parte de Bruselas con medidas recíprocas. Aunque en su segundo mandato el tono ha oscilado entre la confrontación y la negociación, las fricciones persistieron en áreas clave como agricultura, tecnología y productos farmacéuticos.
"Debemos fabricar los medicamentos en Estados Unidos", insistió Trump, quien ha mantenido fuera del acuerdo comercial al sector farmacéutico, considerado estratégico para la seguridad nacional. Desde Bruselas, se aceptó esa exclusión como parte de las concesiones necesarias para evitar una guerra comercial de gran escala.
Ambas delegaciones venían negociando intensamente desde hace semanas, con posturas marcadamente distintas. Washington reclamaba mayor apertura del mercado europeo a los productos estadounidenses y condiciones “más equitativas”.
El acuerdo alcanzado en Escocia no resuelve todas las diferencias, pero desactiva una escalada que amenazaba con impactar en sectores sensibles como el automotor, el vino o la maquinaria industrial.
Para Trump, el pacto representa una victoria política y económica; para Von der Leyen, un paso pragmático para proteger a las industrias europeas.
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