El hallazgo de una extensa plantación de marihuana en el municipio Tercer Frente, en la provincia de Santiago de Cuba, ha vuelto a poner sobre la mesa una realidad que preocupa a muchos: el aumento sostenido del cultivo y consumo de esta droga en zonas rurales del oriente cubano, una situación que parece estar desbordando la capacidad de respuesta de las autoridades.
Según el perfil oficialista cercano a la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), Héroes del Moncada, el más reciente operativo tuvo lugar en la zona de Matías, donde campesinos alertaron a las fuerzas del Ministerio del Interior (MININT) sobre la posible existencia de una siembra de marihuana escondida entre la maleza. Con su apoyo, los agentes lograron detectar más de 500 plantas y arrestar a varios individuos que fungían como cuidadores del cultivo, en lo que calificaron como un nuevo golpe contra la producción ilícita de drogas.
Aunque el informe difundido por Héroes del Moncada destaca la colaboración ciudadana, lo cierto es que el número de casos reportados en los últimos meses en la provincia es cada vez mayor. Lo que antes eran hallazgos esporádicos, hoy parecen formar parte de un patrón preocupante: las sierras de Santiago de Cuba se están convirtiendo en escenarios recurrentes para la siembra de marihuana, debido a las condiciones naturales favorables y, sobre todo, al colapso económico que obliga a muchos a buscar medios alternativos —y a menudo ilegales— de subsistencia.
Las razones del auge son múltiples. La crisis prolongada, el desabastecimiento, la falta de empleos dignos y la incapacidad del Estado de garantizar ingresos suficientes para los trabajadores del campo, han llevado a que algunos opten por el cultivo de marihuana como una vía rápida de obtener dinero. En muchos casos, estas plantaciones no son el resultado de grandes estructuras criminales, sino de campesinos que, ante la desesperación, toman decisiones riesgosas.
Sin embargo, esta tendencia también revela un problema creciente de consumo en la isla, algo que las autoridades rara vez reconocen públicamente. La proliferación de cultivos ilegales indica que existe una demanda estable e incluso en expansión, principalmente entre los jóvenes. Esto sugiere que el fenómeno ya no es aislado, sino parte de una realidad social que exige un enfoque más integral que la simple represión.
Las estadísticas oficiales sobre consumo y decomisos son escasas y fragmentadas, pero la recurrencia de operativos como el ocurrido en Tercer Frente confirma que el narcotráfico y la producción de drogas están dejando de ser una rareza en Cuba.
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