Una denuncia publicada por la activista Lara Crofs ha sacudido las redes sociales cubanas: seis niños viven en la calle, durmiendo sobre cartones en los jardines del Hotel Muthu, ubicado en la intersección de 1ra y 70, en La Habana.
Sin hogar, sin familia y sin apoyo institucional, sobreviven entre el hambre y el abandono absoluto.
Según el testimonio de Crofs, la situación comenzó con dos menores, pero en apenas un mes ya son seis.
Todos duermen a la intemperie, sin protección ni asistencia, a pocos metros de un hotel de lujo donde el turismo extranjero sigue fluyendo bajo la propaganda del “paraíso tropical”.
Antes, estos niños buscaban refugio en los alrededores del Centro de Negocios de Miramar, pero fueron expulsados por la policía para “no afectar la imagen del lugar”. Las autoridades, en lugar de brindarles ayuda, optaron por ocultarlos.
Las respuestas de los menores sobre sus padres son devastadoras: “están presos”, “murieron” o “se fueron del país”. Son los nuevos huérfanos del sistema, los olvidados de una nación que se autoproclama defensora de la niñez.
Ninguna institución estatal ha intervenido para ofrecerles protección ni atención.
Crofs cuestiona duramente la indiferencia oficial:
“¿Será que solo cuando el escándalo se haga público alguien tomará cartas en el asunto? ¿Cuántos más estarán en la misma situación?”, escribió en sus redes.
Mientras las autoridades callan, estos seis niños siguen durmiendo sobre el suelo, en pleno corazón de la capital cubana.
Su historia rompe el mito del país “sin desamparados” y deja al descubierto el fracaso del sistema social cubano, incapaz de responder ante el sufrimiento de sus propios menores.
“Esto duele y duele muchísimo”, concluyó Lara Crofs.
Una frase que hoy resume la vergüenza de una nación entera.
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