En pleno repunte de enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue y la chikungunya, la situación sanitaria en Cuba se torna cada vez más crítica. Sin embargo, en La Habana, las soluciones para proteger a la población, incluidos los niños, se venden en dólares, moneda prácticamente inaccesible para la mayoría de los cubanos.
Tiendas estatales como Tiendas Caribe, en La Bella Cubana de Oficios esquina Lamparilla, anuncian en sus redes sociales la venta de repelentes para bebés, toallitas y cremas para picaduras, con precios que van desde 2.75 hasta 7.40 dólares. Además, aceptan pagos en tarjetas internacionales y efectivo en divisas, dejando fuera del alcance a quienes perciben salarios en pesos cubanos.
La indignación de los internautas no se ha hecho esperar. Muchos critican que productos esenciales, especialmente los destinados a los niños, se comercialicen de manera exclusiva en divisas extranjeras, mientras la población enfrenta una emergencia sanitaria sin acceso adecuado a medicamentos y medidas preventivas.
Hospitales y policlínicos reportan un aumento constante de casos febriles y de enfermedades transmitidas por mosquitos, mientras la fumigación y los recursos médicos básicos siguen siendo insuficientes.
La venta de estos productos en dólares evidencia la contradicción de un sistema que, por un lado, declara proteger a la población y por otro limita el acceso a herramientas esenciales solo a quienes pueden pagar en moneda extranjera.
La dolarización, lejos de ser una solución, genera exclusión económica, aumenta la desigualdad y deja a los cubanos vulnerables frente a epidemias que podrían prevenirse con medidas básicas y accesibles.
El contraste es evidente: mientras las tiendas en dólares exhiben estantes bien surtidos, las tiendas que operan en pesos cubanos enfrentan desabastecimiento. La mayoría de las familias cubanas dependen de ingresos en moneda nacional, insuficientes para comprar productos en dólares, lo que profundiza la frustración social y el sentimiento de abandono.
Esta situación pone en evidencia la fragilidad del sistema sanitario y económico del país. La protección de los niños, uno de los grupos más vulnerables, queda comprometida por la imposibilidad de acceder a productos preventivos.
Mientras tanto, el régimen continúa lucrando con la venta de productos esenciales en moneda extranjera, dejando en evidencia la hipocresía de un sistema que prioriza la recaudación de divisas sobre la salud de su población.
En un momento crítico para la salud pública, la pregunta que muchos se hacen es inevitable: ¿cómo protegerán los cubanos más vulnerables si lo básico se vende solo en dólares?
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