Desde Camagüey llegan denuncias acompañadas de imágenes y videos que revelan cómo la corrupción actúa sin pudor en la base de depósito de gas licuado. Según fuentes cercanas, el Jefe de Operaciones —identificado por llevar un pulóver amarillo en las imágenes— ha expulsado a varios empleados por motivos insignificantes, mientras él mismo utiliza el combustible destinado al grupo electrógeno de la entidad para llenar su vehículo personal.
“No robo porque no me hace falta”, se le escucha decir, argumentando que su hijo en Estados Unidos lo mantiene.
Pero el abuso no termina ahí. Testigos aseguran que los autos del Director de la Base, Alexander y del Director General, Wilmar, también se abastecen con gasolina de los depósitos estatales casi a diario. Además, parte de los cilindros de gas que deberían llegar a las familias camagüeyanas son desviados para la venta ilegal, generando ganancias privadas a costa de la escasez del pueblo.
Este caso es solo un ejemplo más de un sistema que se presenta como “revolucionario y justo”, pero que se desmorona entre el robo institucionalizado, la impunidad y la indignación ciudadana. Mientras los cubanos enfrentan colas interminables y precios abusivos para conseguir gas, los jefes se benefician con los recursos del Estado como si fueran de su propiedad.
El silencio de las autoridades y la falta de consecuencias alimentan la sensación de que en Cuba hay una sola ley: la del más poderoso. Los trabajadores honestos viven bajo amenaza y miedo, mientras los directivos corruptos siguen llenando sus tanques, sus bolsillos y su descaro.
La indignación crece en redes, donde los cubanos denuncian que este tipo de actos son parte del día a día en casi todas las empresas estatales. Una corrupción que ya no se esconde, sino que se burla del pueblo a plena luz del día.
Fuete: La Tijera
Preña Palma gasta 2.500 dólares en una “rama viral” de TikTok y provoca la furia de Yoyi
Hace 1 hora