El gobierno de Ucrania respondió con dureza a las declaraciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, que había calificado como “infundadas” las acusaciones de Washington sobre la participación de cubanos en la invasión rusa. Kiev fue tajante: “No cabe ninguna discusión sobre la participación de mercenarios cubanos en la guerra de Rusia contra Ucrania”.
El pronunciamiento llegó a través del proyecto humanitario “Quiero Vivir”, dependiente del Ministerio de Defensa ucraniano, que ha documentado durante meses la presencia de extranjeros en el frente. Según la entidad, más de 5,000 cubanos habrían sido reclutados por Moscú desde 2023, muchos bajo engaños o falsas promesas de empleo.
“El hecho de que miles de cubanos hayan luchado y sigan luchando como parte del ejército ruso no es ningún secreto”, afirma el comunicado, que critica la pasividad del régimen cubano ante el reclutamiento sistemático de sus ciudadanos.
Kiev también acusa a La Habana de “dirigir sus esfuerzos diplomáticos contra quienes denuncian el problema y no contra quienes envían a sus ciudadanos al matadero”.
Los datos revelados incluyen nombres, contratos y testimonios de prisioneros cubanos capturados en el frente, como Frank Darío Jarrosay Manfuga, detenido en 2024 y Ernesto-Michel Pérez Albelaes, de Sancti Spíritus, reclutado en agosto de 2025. Ambos confesaron haber firmado acuerdos con las Fuerzas Armadas rusas a cambio de dinero y residencia.
El proyecto paralelo “Quiero Encontrar” ha recibido decenas de solicitudes de familiares cubanos que buscan a sus parientes desaparecidos tras partir rumbo a Rusia. Kiev denuncia que los tribunales de la Isla solo han realizado nueve juicios por mercenarismo, con 40 acusados, una cifra que considera “insuficiente ante la magnitud del fenómeno”.
Ucrania instó a La Habana a seguir el ejemplo de la India, que exigió al Kremlin detener el reclutamiento de sus ciudadanos y repatriar a los soldados. “Es posible resolver el problema si hay voluntad política”, subraya el comunicado.
Mientras tanto, La Habana sostiene su discurso de inocencia, asegurando que “Cuba no participa en conflictos armados ni permite el reclutamiento de sus ciudadanos para la guerra”. Pero las evidencias, los vuelos directos Moscú–Varadero y las denuncias de familiares muestran otra realidad: jóvenes cubanos están muriendo en una guerra ajena, bajo una bandera que no es la suya.
La respuesta de Kiev deja claro que el silencio oficial ya no basta. Cuba está, directa o indirectamente, en el centro de una guerra que dice no pelear.
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