“Este es el Hospital de Banes, Holguín. El clínico es un desastre, te juro que no sé ni qué decir. Está en una destrucción total.” Así comienza el desgarrador testimonio de un ciudadano que, con impotencia y dolor, describe el estado crítico de un centro médico donde la miseria, la suciedad y la falta de humanidad se han vuelto rutina.
Las imágenes muestran techos derrumbados, paredes cubiertas de moho, baños inutilizables y pacientes esperando durante horas sin atención. “El trato es inhumano —relata el testigo—, las enfermeras chateando mientras la gente sufre. Una incluso pidió llevarse un Ringer para la casa delante de todos. Es mejor quedarse en casa y comprar los medicamentos en la calle, porque dentro del hospital no hay nada y los enfermos se sienten abandonados”.
La falta de personal de limpieza, la escasez de insumos y el descuido general hacen del Hospital de Banes una muestra palpable del colapso del sistema sanitario cubano.
“Por 3,500 pesos nadie quiere limpiar, no alcanza ni para un paquete de pollo”, dice una trabajadora. En los pasillos, los ventiladores no funcionan, los apagones son constantes y los pacientes se abanican con cartones para soportar el calor sofocante.
“Esto no es un hospital, es una trampa mortal”, concluye el testigo, quien denuncia que “el dictador designado Díaz-Canel y esta tiranía están destruyendo el país. ¿Cuántas personas más tienen que enfermar y morir porque no son familiares de los dirigentes corruptos?”.
La publicación ha generado una ola de indignación en redes sociales, donde cientos de cubanos confirman que esta situación se repite en toda la Isla.
“Cuba avanza y eso duele”, ironiza Yalily Betancourt, “Sin palabras”, comenta Mirurgia Morffi, “Idéntico al de Santa Clara”, agrega Carme Riba, “Sí, la Cuba de patria o muerte, la potencia médica”, escribe Juan L. Quintana.
“No pienso que todavía haya personas que hablen de la mal llamada primera potencia”, lamenta Gilfredo Bermúdez. Otros usuarios describen sus propias tragedias: “Hace poco vi morir allí a un familiar, ni lo miraron los médicos”, cuenta Azul Stitch.
“Hasta los hospitales de Haití están mejor”, opina Mayda León. “Esto está en ruinas, cierren ese hospital”, suplica Taima Hernández. “El apocalipsis ha llegado para los cubanos; mis condolencias para los que viven este horror”, concluye Isabel Pérez Hernández.
El testimonio de Banes refleja una verdad que duele y se repite: el abandono total de un sistema que alguna vez fue orgullo nacional y hoy es símbolo de miseria, corrupción y desamparo.
Del perfil de La Tijera
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