Un grupo de madres cubanas ha alzado su voz en redes sociales para pedir ayuda ante una situación que afecta directamente a cientos de niños. Se trata del barrio número 1, antes de llegar a Jicotea, ubicado en el kiómetro 455 del crucero número 1 en la Carretera Central.
En un video que circula en distintas plataformas, se observa el deplorable estado del camino por donde diariamente transitan estudiantes para llegar a la escuela.
La vía, completamente llena de lodo y huecos, se convierte en un verdadero desafío, sobre todo cuando llueve, pues los pequeños deben caminar largos tramos bajo condiciones inhumanas.
“Necesito que compartan este video con todos mis seguidores. Estas madres llevan tiempo pidiendo mi apoyo, pero eso no está en mis manos. Sin embargo, estoy seguro de que compartiéndolo lo verán muchas personas, y entre ellas habrá algún dirigente que pueda ayudar”, expresó el autor del mensaje original, apelando a la solidaridad ciudadana.
El reclamo es sencillo pero urgente: con apenas unos cuantos viajes de tierra o escombros se podría reparar provisionalmente ese camino por donde pasan cada día decenas de familias, niños y maestros. No se trata de una obra millonaria, sino de una acción humanitaria que podría transformar la vida cotidiana de toda una comunidad rural.
Situaciones similares se repiten en muchas zonas del país. En localidades de Camagüey, Granma, Holguín o Pinar del Río, los caminos escolares se vuelven intransitables cada temporada de lluvia. Madres han publicado imágenes de sus hijos caminando con los zapatos llenos de fango o siendo cargados a la espalda para evitar que se caigan. “Los niños no tienen la culpa, merecen un camino digno para ir a estudiar”, escribió una de las vecinas en los comentarios.
La publicación ha despertado la empatía de muchos usuarios que han comenzado a compartir el video bajo el lema “¡Juntos podemos lograrlo!”. La esperanza es que algún representante gubernamental o autoridad municipal vea las imágenes y actúe de una vez y por todas.
Mientras tanto, las madres siguen organizándose para limpiar manualmente algunos tramos y asegurar que los niños no falten a clases. Su petición no busca confrontar, sino tocar corazones y mover voluntades. En sus palabras, solo piden algo justo: “Que los niños de nuestra comunidad puedan ir a la escuela sin hundirse en el barro”.
Fuente: Yunior Tamayo Barrios
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